jueves, 2 de octubre de 2025

Domingo XXVII de Tiempo Ordinario – Ciclo C (Reflexión)

 ¿Cómo aumentar mi fe en Jesús?  Ciclo C (Lucas 17, 5-10) – octubre 5, 2025 
Habacuc 1, 2-3; 2, 2-4 / Salmo 94 / 2 Timoteo 1, 6-8.13-14


Este domingo nos recuerda por qué necesitamos ser salvados y cómo es que el testimonio de quienes han aceptado las enseñanzas del Maestro, nos animan a conocer internamente a Jesús, para salvarnos…

Evangelio según san Lucas 17, 5-10

En aquel tiempo, los apóstoles dijeron al Señor: “Auméntanos la fe”. El Señor les contestó: “Si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decir a ese árbol frondoso: ‘Arráncate de raíz y plántate en el mar’, y los obedecería.

¿Quién de ustedes, si tiene un siervo que labra la tierra o pastorea los rebaños, le dice cuando éste regresa del campo: ‘Entra enseguida y ponte a comer’? ¿No le dirá más bien: ‘Prepárame de comer y disponte a servirme, para que yo coma y beba; después comerás y beberás tú’? ¿Tendrá acaso que mostrarse agradecido con el siervo, porque éste cumplió con su obligación?

Así también ustedes, cuando hayan cumplido todo lo que se les mandó, digan: ‘No somos más que siervos, sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer’ “.

Reflexión:

¿Cómo aumentar mi fe en Jesús?

Lo que el profeta Habacuc dice hoy en la primera lectura, parece tan actual, que podríamos poner sus palabras en boca de tanta gente, de muchos países y en todos los continentes, que sufren y claman al cielo: “¿Hasta cuándo, Señor, pediré auxilio, sin que me escuches, y denunciaré a gritos la violencia que reina, sin que vengas a salvarme?” (Hab 1, 2-3)

Basta leer las noticias en periódicos, impresos o digitales, para darnos cuenta lo mal que estamos como sociedad, como humanidad, causando tanto dolor … en nuestro propio país se escuchan los clamores por la carestía, la inseguridad y precariedad. Lo anterior es consecuencia de lo que hacen personas y grupos con poder, que no tienen límite a sus ambiciones y en aras de obtener lo que quieren, oprimen y explotan a la gente y a la misma naturaleza, saqueando los recursos naturales de los que dependemos. Es la triste realidad.

Afortunadamente, sigue habiendo voces, de profetas actuales y grupos que, nos animan como a Timoteo (el que honra a Dios), a ser testigos de “fortaleza, de amor y moderación”, “sostenidos por la fe en Cristo” y “con la ayuda del Espíritu Santo” (cfr. 1Tim 1, 13-14), y podamos enfrentar lo que la realidad nos presenta, para buscar tanto el bien propio, como el bien común.

El evangelio (Buena Nueva) nos da pistas de cómo podemos lograr enfrentar las adversidades al estilo de Jesús y colaborar con él, para tener una mejor vida: teniendo un corazón abierto a la compasión, y a la misericordia, que nos permita tener relaciones interpersonales sanas, donde el perdón, la reconciliación y la reparación, sean es el medio para lograrlo.

Habremos, los seguidores de Jesús, de confiar en él, y poner nuestra esperanza en Dios, que nos impulsa a mirar hacia el futuro con alegría y seguridad; tener fe es creer en las promesas de Dios, quien solo desea nuestro bien.

Estamos invitados pues, a vivir nuestra fe, para transformar nuestra propia vida, y las de los demás en nuestro entorno, con fe en Jesús y sus enseñanzas; así, seremos capaces de hacer posible, lo imposible; porque “habremos hecho lo que teníamos que hacer… no ser sordos a su voz… agradecer y vivir lo que él nos enseña”.

¿Cuándo podemos colaborar para transformar la realidad, de quién sufre?... ¿Cómo tener a Jesús como fundamento?... ¿Cómo construir relaciones interpersonales fraternas?

 

Alfredo Aguilar Pelayo 
#RecursosParaVivirMejor 

 

Columna publicada en: https://bit.ly/RBNenElHeraldoSLP

Para profundizar: https://tinyurl.com/BN-27C-251005

Domingo XXVII de Tiempo Ordinario – Ciclo C (Profundizar)

 Domingo XXVII de Tiempo Ordinario Ciclo C (Lucas 17, 5-10) – octubre 5, 2025 
Habacuc 1, 2-3; 2, 2-4 / Salmo 94 / 2 Timoteo 1, 6-8.13-14


Evangelio según san Lucas 17, 5-10

En aquel tiempo, los apóstoles dijeron al Señor: “Auméntanos la fe”. El Señor les contestó: “Si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decir a ese árbol frondoso: ‘Arráncate de raíz y plántate en el mar’, y los obedecería.

¿Quién de ustedes, si tiene un siervo que labra la tierra o pastorea los rebaños, le dice cuando éste regresa del campo: ‘Entra enseguida y ponte a comer’? ¿No le dirá más bien: ‘Prepárame de comer y disponte a servirme, para que yo coma y beba; después comerás y beberás tú’? ¿Tendrá acaso que mostrarse agradecido con el siervo, porque éste cumplió con su obligación?

Así también ustedes, cuando hayan cumplido todo lo que se les mandó, digan: ‘No somos más que siervos, sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer’ “.

Para profundizar:

Reflexiones Buena Nueva

#Microhomilia

Hernán Quezada, SJ 

 

“Los apóstoles pidieron al Señor: – Danos más fe”

Hermann Rodríguez Osorio, S.J.

Leí alguna vez que hace mucho tiempo vivió en la China un niño llamado Ping que amaba tiernamente las flores. Todo lo que sembraba crecía como por encanto. Un día, el Emperador, que era muy viejo, decidió buscar a su sucesor. ¿Quién podría ser? ¿Cómo podría escogerlo? Decidió que iba a dejar que las flores lo escogieran. Al día siguiente salió un bando: todos los niños deberían venir a la gran plaza para recibir de manos del Emperador semillas de flores. "Quien en el plazo de un año me pueda mostrar el mejor resultado", dijo, "me sucederá en el trono". Esta noticia causó gran revuelo. Los niños de todos los rincones acudieron para recibir sus semillas. Los papás querían que su hijo fuera escogido como Emperador y los niños soñaban con ser escogidos. Cuando Ping recibió sus semillas se sintió el más feliz de todos los niños. Estaba totalmente seguro de que podría cultivar las flores más hermosas.

Ping llenó una matera con tierra y plantó la semilla. La rociaba todos los días. Los días pasaron, pero nada germinaba en la matera. Ping estaba muy triste. Entonces tomó una matera más grande y echó en ella la mejor tierra y tomó la semilla y la plantó. Esperó dos meses más y no pasó nada. Poco a poco paso un año entero. Llegó la primavera y los niños vistieron sus más preciosos trajes para agradar al Emperador. Se dirigieron a la plaza con sus hermosísimas flores, esperando cada uno que sería el escogido. Ping se sentía avergonzado con su matera vacía. Pensó que los demás niños se burlarían de él. Sin embargo, fue a la plaza. El Emperador observaba detenidamente todas las flores. ¡Qué flores tan hermosas! Pero el Emperador no decía ni una palabra. Finalmente, se acercó a Ping, quien agachó su cabeza lleno de vergüenza esperando que sería castigado. El Emperador le preguntó: "¿Por qué trajiste una matera vacía?" Ping comenzó a llorar y respondió: "Planté la semilla que usted me dio, la rocié cada día, pero no germinó. La sembré en una matera más grande, le puse una tierra mejor y tampoco germinó. Esperé un año entero, pero nada creció. Por esta razón hoy vengo ante su presencia con una matera vacía. Hice lo mejor que pude".

Cuando el Emperador escuchó estas palabras, se dibujó en su rostro una sonrisa y puso su mano sobre el hombro de Ping. Luego exclamo: "¡Lo encontré! ¡Encontré a la única persona digna de ser Emperador! No sé de dónde sacaron las semillas que ustedes cultivaron. Porque las semillas que yo les di habían sido cocinadas. Por lo tanto, era imposible que pudieran germinar. Admiro a Ping por el valor que ha tenido para venir delante de mi con su vacía verdad. Por lo tanto, ahora lo premio con el reino y lo nombro mi sucesor.

Si somos sinceros, más del noventa por ciento de las cosas que hacemos en nuestra vida, no tiene otra finalidad que buscarnos a nosotros mismos. El egoísmo es tan sutil, que nos engaña aún en nuestras buenas acciones. Reclamamos, exigimos, solicitamos que se nos tenga en cuenta de mil formas cada día... Pasamos factura por nuestras buenas obras. Queremos que se nos reconozca lo buenos que somos. Hemos hecho todo lo que nos correspondía hacer, y esto, automáticamente, nos hace merecedores de una recompensa por parte de Dios. Pocas experiencias tan importantes para aprender de la gratuidad, como la siembra y la cosecha. El campesino que siembra la semilla y recoge la cosecha, sabe que él ha sido responsable de ciertas condiciones externas que han facilitado las cosas, pero también es consciente de que el crecimiento y el fruto, es solamente obra y regalo de Dios. Esta bella historia nos recuerda que nosotros no somos dueños del crecimiento ni de los frutos, y que tener fe es hacer lo mejor posible las cosas, para que Dios realice su obra de salvación a través nuestro.

 

FE MÁS VIVA EN JESÚS  

José Antonio Pagola

«Auméntanos la fe». Así le piden los apóstoles a Jesús: «Añádenos más fe a la que ya tenemos». Sienten que la fe que viven desde niños dentro de Israel es insuficiente. A esa fe tradicional han de añadirle «algo más» para seguir a Jesús. ¿Y quién mejor que él para darles lo que falta a su fe?

Jesús les responde con un dicho un tanto enigmático: «Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esta morera: Arráncate de raíz y plántate en el mar, y os obedecería». Los discípulos le están pidiendo una nueva dosis de fe, pero lo que necesitan no es eso. Su problema consiste en que la fe auténtica que hay en su corazón no llega ni a «un granito de mostaza».

Jesús les viene a decir: lo importante no es la cantidad de fe, sino la calidad. Que cuidéis dentro de vuestro corazón una fe viva, fuerte y eficaz. Para entendernos, una fe capaz de «arrancar» árboles como la higuera o sicómoro, símbolo de solidez y estabilidad, para «plantarlo» en medio del lago de Galilea.

Lo primero que necesitamos hoy los cristianos no es «aumentar» nuestra fe en toda la doctrina que hemos ido formulando a lo largo de los siglos. Lo decisivo es reavivar en nosotros una fe viva y fuerte en Jesús. Lo importante no es creer cosas, sino creerle a él.

Jesús es lo mejor que tenemos en la Iglesia, y lo mejor que podemos ofrecer y comunicar al mundo de hoy. Por eso nada hay más urgente y decisivo para los cristianos que poner a Jesús en el centro del cristianismo, es decir, en el centro de nuestras comunidades y nuestros corazones.

Para ello necesitamos conocerlo de manera más viva y concreta, comprender mejor su proyecto, captar bien su intención de fondo, sintonizar con él, recuperar el «fuego» que él encendió en sus primeros seguidores, contagiarnos de su pasión por Dios y su compasión por los últimos. Si no es así, nuestra fe seguirá más pequeña que «un granito de mostaza». No «arrancará» árboles ni «plantará» nada nuevo.

 

SI TUVIERA FE-CONFIANZA NO NECESITARÍA CAMBIAR NADA

Fray Marcos

La petición que hacen los apóstoles a Jesús, está hecha desde una visión mítica de Dios, del hombre y del mundo. La parábola del simple siervo, cuya única obligación es hacer lo mandado, refleja la misma perspectiva. Ni Dios tiene que aumentarnos la fe, ni somos unos siervos inútiles, ni necesitamos poderes especiales para trasplantar una morera al mar.

No pongas la confianza en ti ni en tus obras, por muy religiosas que sean. Confía solo en la Realidad Última, “Dios”. Los que se pasan la vida acumulando méritos no confían en Dios sino en sí mismos. La salvación por puntos es lo más contrario al evangelio. Ese Señor al que tengo que rendir cuentas tiene que dejar paso al Dios que es el fundamento de mi ser.

No hay un dios fuera a quien servir. Cada uno de nosotros es la manifestación de Dios, que a través nuestro puede actuar para hacer un mundo más humano. No hay en mí ningún yo que pueda atribuirse nada. Ni hay fuera un YO al que pueda llamar Dios. Ni Dios puede hacer nada sin mí, ni yo puedo hacer nada sin él. ¿De qué puedo gloriarme?

La religión ha metido a Dios en esa dinámica y nos ha conducido a un callejón sin salida. Descubrir lo que realmente somos sería la clave para una total confianza en Él, en la vida, en cada persona. El mismo relato nos da pistas para salir del servilismo al dios cosa.

Jesús no les podía aumentar la confianza, porque aún no la tenían ni en la más mínima expresión. La fe no se puede aumentar ni disminuir, tiene que crecer desde dentro como la semilla. Una confianza a medias no es confianza. Examinando cada una de sus criaturas, podemos comprender lo que Dios ‘está haciendo’ en ellas en cada momento.

Se interpretó la respuesta de Jesús como una promesa de poderes mágicos. La imagen de la morera, tomada al pie de la letra, es absurda. Lo que nos está diciendo el evangelio es que toda la fuerza de Dios está ya en cada uno de nosotros. El que tiene confianza podrá desplegar toda esa energía, pero nunca para cambiar la realidad que no nos gusta.

Confiar en Dios es apostar por el hombre, por la realidad tal como es. Es estar construyendo la realidad, y no destruyéndola; es apostar por la vida y no por la muerte: por el amor y no por el odio, por la unidad y no por la división. ¿Por qué tantos que no "creen" nos dan sopas con honda en la lucha por defender la naturaleza, la vida y al hombre?

Confiar en lo que realmente soy me da una libertad absoluta para desplegar todas mis posibilidades humanas. Nuestra fe sigue siendo infantil e inmadura, no tiene nada que ver con lo que propone el evangelio. No queremos madurar en la fe por miedo a las exigencias.

Para nosotros, creer es el asentimiento a unas verdades teóricas, que no comprendemos. Esa idea de fe, como conjunto de doctrinas, es completamen­te extraña tanto al Antiguo Testamento como al Nuevo. En la Biblia, fe es confiar en... Pero incluso esta confianza se entendería mal si no añadimos que tiene que ir acompañada de la fidelidad.

La mini parábola del simple siervo inútil no quiere decir que tenemos que sentirnos siervos y menos aún inútiles, sino que nos advierte que la relación con Dios como si fuésemos esclavos nos deshumaniza. Es una crítica a la relación del pueblo judío con Dios que estaba basada en el estricto cumplimiento de la Ley que, según ellos, salvaba.

 

 

Domingo XXVII de Tiempo Ordinario – Ciclo C (Reflexión)

  ¿Cómo aumentar mi fe en Jesús?   – Ciclo C ( Lucas 17, 5-10 ) – octubre 5, 2025  Habacuc 1, 2-3; 2, 2- 4 / Salmo 94 / 2 Timoteo 1, 6-8.1...