Evangelio según
san Lucas 9, 18-24
Un
día en que Jesús, acompañado de sus discípulos, había ido a un lugar solitario
para orar, les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?". Ellos
contestaron: "Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías, y
otros, que alguno de los antiguos profetas que ha resucitado".
Él
les dijo: "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?". Respondió Pedro:
"El Mesías de Dios". Él les ordenó severamente que no lo dijeran a
nadie. Después les dijo: "Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho,
que sea rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que
sea entregado a la muerte y que resucite al tercer día".
Luego,
dirigiéndose a la multitud, les dijo: "Si alguno quiere acompañarme, que
no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me siga. Pues el que
quiera conservar para sí mismo su vida, la perderá; pero el que la pierda por
mi causa, ése la encontrará".
Reflexión:
¿Quién es Jesús
para mí?
Toda la Biblia es una narración de la historia de
salvación de la humanidad, desde su creación, pasando por el camino recorrido
por las personas (y pueblos), hasta llegar a encontrar el sentido de la
vida y en ella la plenitud de la existencia humana, que es “tener una vida que
valga la pena vivir” (cfr. EE8D, Carlos Morfín, SJ).
Al ser humano le ha llevado milenios darse cuenta de “esa
presencia creadora y salvadora”; es a través de las experiencias personales
que se han compartido y escrito en los libros que integran la Biblia, que nosotros
hemos podido conocer a Jesús, el Hijo de Dios, quien es quién nos revela
al Padre, con la luz del Espíritu Santo (ver columna pasada, del 15/06/25 sobre la Santísima
Trinidad).
Entonces, en el Tiempo Ordinario litúrgico, habremos de conocer
quién es Jesús y como su Buena Noticia (Evangelio) nos muestra
precisamente, no solo quién es Él, sino como podemos caminar hacia ese horizonte
al que Dios quiere para nosotros: vida terrena que valga la pena y vida
eterna… la cual es: “que te conozcan a ti, el único Dios
verdadero, y a tu enviado, Jesús, el Cristo” (Jn 17,3).
Al igual que, para conocer a “cualquier persona”, es necesario pasar
tiempo con él o ella, para escucharla y saber que piensa, como es que ve la
vida, sus gustos y preferencias, tanto como lo que no le agrada … con Jesús es
igual, hay que pasar tiempo con él, leyendo su vida narrada en el Evangelio,
para como decía San Ignacio de Loyola: “tener un conocimiento interno del
Señor … para más amarlo y seguirlo”.
Nos pueden decir y/o enseñar mucho sobre Él, como en el
catecismo de niños, pero dejará de ser “un dogma”, hasta que tenga un encuentro
personal con Jesús, sin importar la edad, que podré realmente conocerlo,
saber cuál es su mensaje y propuesta, y así poder dar mi opinión sobre su persona
y proyecto.
Hoy, pudiéramos pensar que “sería” fácil conocer a Jesús: tenemos
la Biblia (46 libros del antiguo testamento, más 27 del nuevo testamento), que
como decía al comienzo, nos narra “la historia de salvación” del género humano;
los profetas de la antigüedad ya hablaban de la venida de “un salvador” (Zac 12,
10-11. 13,1), y hoy nos toca, si lo deseamos, reconocerlo, y profundizar la
relación con Él, para entonces poder dar razón, de quien es Jesús para mí, porqué
deseo su amistad, y como es que me sana y salva, para que pueda tener esa vida
plena, que Dios desea para mí (y para cada uno).
En palabras de León Felipe, la relación personal con Jesús,
es: “…nadie fue
ayer, ni va hoy, ni irá mañana hacia Dios, por este mismo camino que yo voy;
para cada hombre guarda un rayo nuevo, el sol, y un camino virgen, Dios.“
Conocerlo, amarlo y seguirlo, es personal;
al hacerlo andaré, en el camino de colaboración en el proyecto del Reinado de
Dios: fraternidad, justica, paz, esperanza …
¿Cómo
conocer mejor a Jesús?... ¿Cómo conocer cuál es su proyecto?... ¿Qué
pasaría si, me enamoro de su mensaje?...
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