jueves, 13 de marzo de 2025

II DOMINGO DE CUARESMA – Ciclo C (Reflexión)

 II DOMINGO DE CUARESMA Ciclo C (Lucas 9,28-36) – marzo 16, 2025 
Génesis 15, 5-12. 17-18; Salmo 26; Filipenses 3, 17–4, 1



En este Segundo Domingo de Cuaresma, la liturgia de la Palabra nos recuerda, a cada uno de los seguidores de Jesús, como es que podemos mantener vigente la Alianza que Dios hizo con su pueblo, del cual somos parte.

Evangelio según san Lucas 9, 28-36

En aquel tiempo, Jesús se hizo acompañar de Pedro, Santiago y Juan, y subió a un monte para hacer oración. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se hicieron blancas y relampagueantes. De pronto aparecieron conversando con él dos personajes, rodeados de esplendor: eran Moisés y Elías. Y hablaban de la muerte que le esperaba en Jerusalén.

Pedro y sus compañeros estaban rendidos de sueño; pero, despertándose, vieron la gloria de Jesús y de los que estaban con él. Cuando éstos se retiraban, Pedro le dijo a Jesús: “Maestro, sería bueno que nos quedáramos aquí y que hiciéramos tres chozas: una para ti, una para Moisés y otra para Elías”, sin saber lo que decía.

No había terminado de hablar, cuando se formó una nube que los cubrió; y ellos, al verse envueltos por la nube, se llenaron de miedo.

De la nube salió una voz que decía: “Este es mi Hijo, mi escogido; escúchenlo”. Cuando cesó la voz, se quedó Jesús solo.

Los discípulos guardaron silencio y por entonces no dijeron a nadie nada de lo que habían visto.

Reflexión:

¿Cómo escuchar a Jesús?

Comencemos esta reflexión, recordando lo que implica una alianza, “unirte a una persona para lograr un objetivo en común”. En el caso de la “alianza” que Dios hizo con Abram, fue (cfr. Génesis):

·     "haré una alianza contigo, y te daré una descendencia muy numerosa",

·     "esta tierra se la daré a tus descendientes, desde el río de Egipto hasta el río grande, el Éufrates",

·     "la alianza que hago contigo, y que haré con todos tus descendientes en el futuro, es que yo seré siempre tu Dios y el Dios de ellos". 

Es Dios, quien tomó la iniciativa de la alianza, la cual sigue vigente con nosotros; pero, de nuestra parte parece que “no siempre la mantenernos”, ya que como dice Pablo a los filipenses, y hoy a nosotros, ”hay muchos que viven como enemigos … sólo piensan en cosas de la tierra” (cfr. Fil 3, 17–4, 1), es decir rompemos la alianza, a pesar de que es para nuestro bien.

Lo bueno es que, nuestro Dios es bueno y no nos deja, continuamente se nos “manifiesta”, en la creación, en las personas, en su palabra… como hoy, que nos recuerda: “Este es mi Hijo, mi escogido; escúchenlo”.

Escuchar, es poner atención a las invitaciones de Jesús, es lo que necesitamos para regresar a la alianza y no quedarnos como Pedro, en la “comodidad” o “instalados”, o peor aún, en el camino que nos lleve a “perder nuestra vida”.

Este tiempo de Cuaresma es para caer en cuenta que tan lejos estamos de lo que Dios quiere para cada uno de nosotros, es para retomar el camino que nos lleve de regreso a esta alianza con el Dios de la vida, es para ser “ciudadanos del cielo”, o sea miembros de su pueblo, de quienes viven sus enseñanzas, su amor, su verdad … para tener una mirada más amplia de la realidad, es para transformarnos, es para “ser semejantes” a Él.

¿Cómo puedo reconocer la presencia de Dios en mi realidad?... ¿Cómo distinguir la voz Jesús, de aquellas que me aturden y distraen de vivir y hacer el bien?...¿Qué necesita ser transformo en mi, para unirme a la misión salvadora de Jesús?...

PD. Este tercer domingo, de la Jornada Nacional de Oración por la paz, pidamos por “Por la conversión de una narcocultura hacia una cultura de la vida”.

  Sigamos pidiendo por la salud Papa Francisco. amdg.

 

Alfredo Aguilar Pelayo 
#RecursosParaVivirMejor 

Columna publicada en: https://bit.ly/RBNenElHeraldoSLP

Para profundizar: https://tinyurl.com/BN-1DC-250309

II DOMINGO DE CUARESMA – Ciclo C (Profundizar)

 II DOMINGO DE CUARESMA Ciclo C (Lucas 9,28-36) – marzo 16, 2025 
Génesis 15, 5-12. 17-18; Salmo 26; Filipenses 3, 17–4, 1

 


Evangelio según san Lucas 9, 28-36

En aquel tiempo, Jesús se hizo acompañar de Pedro, Santiago y Juan, y subió a un monte para hacer oración. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se hicieron blancas y relampagueantes. De pronto aparecieron conversando con él dos personajes, rodeados de esplendor: eran Moisés y Elías. Y hablaban de la muerte que le esperaba en Jerusalén.

Pedro y sus compañeros estaban rendidos de sueño; pero, despertándose, vieron la gloria de Jesús y de los que estaban con él. Cuando éstos se retiraban, Pedro le dijo a Jesús: “Maestro, sería bueno que nos quedáramos aquí y que hiciéramos tres chozas: una para ti, una para Moisés y otra para Elías”, sin saber lo que decía.

No había terminado de hablar, cuando se formó una nube que los cubrió; y ellos, al verse envueltos por la nube, se llenaron de miedo.

De la nube salió una voz que decía: “Este es mi Hijo, mi escogido; escúchenlo”. Cuando cesó la voz, se quedó Jesús solo.

Los discípulos guardaron silencio y por entonces no dijeron a nadie nada de lo que habían visto. 

Reflexiones Buena Nueva

#Microhomilia 

Pedro, Santiago y Juan, en lo alto del monte, experimentaron la llegada de una nube que los cubrió con su sombra y se llenaron de temor. En los momentos de la vida en que las "sombras" parecen envolverlo todo y nos llenamos de miedo, ahí irrumpe la voz de Dios y nos dice: "Este es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo". Y es que solo descubriendo al Señor a nuestro lado y escuchándolo, somos capaces de vencer el miedo y el cansancio.

Guardemos silencio, renunciemos a ser de esos cuyo "dios es el vientre". Descubramos a nuestro lado a Jesús, luz y salvación en nuestras noches oscuras; y sigamos la instrucción del Padre de escucharlo. Solo Él habrá de transformarnos, levantarnos y animarnos.

#FelizDomingo


“(...) vieron la gloria de Jesús” 

Julio Alberto Arango, cuando era decano del Medio Universitario de la Facultad de Ciencias de la Universidad Javeriana, me decía que la expresión Yo soy el que soy, con la que se identifica Yahvé ante Moisés al enviarlo a liberar a su pueblo de la esclavitud de Egipto (Cfr. Éxodo 3, 14), debería traducirse mejor como Yo soy el que seré. Esta posición también es defendida por algunos estudiosos de la Biblia actualmente. Se trata de una definición menos estática y, por tanto, más acorde con el Dios peregrino que hizo el camino del desierto con su pueblo y que sigue caminando hoy junto a nosotros.

La expresión Yo soy el que seré es un intento por expresar la dinámica de un Dios que nos promete que no descansará hasta ser nuestro Dios y hasta que nosotros seamos su pueblo (Cfr. Éxodo 6,7). Dicho de otra manera, como lo expresa Ira Progoff en una poesía: “Como el roble está latente en el fondo de la bellota, la plenitud de la personalidad humana, la totalidad de sus posibilidades creadoras y espirituales está latente en el fondo del ser humano incompleto que espera, en silencio, la posibilidad de aflorar”.

Cuando una institución humana se plantea su visión, desde la perspectiva de lo que se conoce como el Direccionamiento estratégico, está formulando su deseo de hacer el camino presente, desde el sueño del futuro. Otra expresión de esta realidad que estoy tratando de comunicar, es el título de uno de los libros y de una poesía de Benjamín González Buelta, S.J.: La utopía ya está en lo germinal. El final ya está presente al comienzo del camino. Cuando damos el primer paso, como Abraham, ya llevamos a cuestas la tierra prometida hacia la que nos mueve la promesa:

 

Esperaré a que crezca el árbol
y me dé sombra.
Pero abonaré la espera
con mis hojas secas.

Esperaré a que brote
el manantial y me dé agua.

Pero despejaré mi cauce 
de memorias enlodadas.

Esperaré a que apunte
la aurora
y me ilumine.

Pero sacudiré mi noche
de postraciones y sudarios.

Esperaré que llegue
lo que no sé
y me sorprenda.

Pero vaciaré mi casa
de todo lo conquistado.
Y al abonar el árbol,
despejar el cauce,
sacudir la noche
y vaciar la casa,
la tierra y el lamento
se abrirán a la esperanza.

                                                                              Benjamín González Buelta, S.J.

 

Esto, precisamente, es lo que presenta san Lucas en el relato de la transfiguración, al comienzo de nuestro tiempo de Cuaresma. Nos está señalando el final de nuestro camino, hacia el que vamos en compañía de Jesús. Como el Dios peregrino que marchó con el pueblo de Israel, nosotros no sólo somos lo que fuimos en el pasado, o lo que somos en el presente, sino que también somos ya lo que seremos en el futuro. Somos ya el sueño de Dios realizándose en esta historia concreta. Permitamos que Dios nos cree y nos salve, como es claramente su voluntad para nosotros hoy, dejando aflorar todas las posibilidades creadoras y espirituales que están latentes en el fondo silencioso de nuestra finitud. Esto es vivir auténticamente el tiempo de Cuaresma.

 


VIVIR ANTE EL MISTERIO 

El hombre moderno comienza a experimentar la insatisfacción que produce en su corazón el vacío interior, la trivialidad de lo cotidiano, la superficialidad de nuestra sociedad, la incomunicación con el Misterio.

Son bastantes los que, a veces de manera vaga y confusa, otras de manera clara y palpable, sienten una decepción y un desencanto inconfesable frente a una sociedad que despersonaliza a las personas, las vacía interiormente y las incapacita para abrirse al Trascendente.

La trayectoria seguida por la humanidad es fácil de describir: ha ido aprendiendo a utilizar con una eficacia cada vez mayor el instrumento de su razón; ha ido acumulando un número cada vez mayor de datos; ha sistematizado sus conocimientos en ciencias cada vez más complejas; ha transformado las ciencias en técnicas cada vez más poderosas para dominar el mundo y la vida.

Este caminar apasionante a lo largo de los siglos tiene un riesgo. Inconscientemente hemos terminado por creer que la razón nos llevará a la liberación total. No aceptamos el Misterio. Y, sin embargo, el Misterio está presente en lo más profundo de nuestra existencia.

El ser humano quiere conocer y dominar todo. Pero no puede conocer y dominar ni su origen ni su destino último. Y lo más racional sería reconocer que estamos envueltos en algo que nos trasciende: hemos de movernos humildemente en un horizonte de Misterio.

En el mensaje de Jesús hay una invitación escandalosa para los oídos modernos: no todo se reduce a la razón. El ser humano ha de aprender a vivir ante el Misterio. Y el Misterio tiene un nombre: Dios, nuestro «Padre», que nos acoge y nos llama a vivir como hermanos.

Quizá nuestro mayor problema sea habernos incapacitado para orar y dialogar con un Padre. Estamos huérfanos y no acertamos a entendernos como hermanos. También hoy, en medio de nubes y oscuridad, se puede oír una voz que nos sigue llamando: «Este es mi hijo... Escuchadlo».

 

EN JESÚS (Y EN NOSOTROS) ESTÁ SIEMPRE LO DIVINO, AUNQUE NO SE PERCIBA 

Toda la Biblia es el relato de la manifestación de Dios. Son leyendas construidas para fundamentar las creencias de un pueblo. La Alianza sellada por Abrahán con el mismo Dios es el hecho más importante de la epopeya bíblica. Hay un detalle muy significativo. Dios no llegó a la cita hasta que vino la noche y Abrahán cayó en “un sueño profundo…”

La conversación con Moisés y Elías fue sobre el “éxodo de Jesús” (pasión y muerte). Se trata de un relato pascual. Todos los relatos evangélicos son pascuales. Me refiero a que en un principio se pensó como relato de resurrección, pero con el tiempo se retrotrajo a la vida terrena de Jesús, para potenciar el carácter divino de Jesús y su conexión con el AT.

Todos los elementos del relato se toman del AT. El monte, lugar de la presencia de Dios. El resplandor, signo de que Dios estaba allí. La nube en la que Dios se manifestó a Moisés. La voz, que es el medio por el que Dios comunica su voluntad. El miedo presente siempre que se experimenta lo divino. Las chozas, alusión a la fiesta mesiánica en la que se conmemoraba el paso por el desierto. Moisés y Elías: La Ley y los Profetas.

El relato se presenta como una transfiguración. Cambió la figura, lo que se puede percibir por los sentidos. En lo esencial, Jesús fue siempre el mismo. En Jesús, como en todo ser humano, lo importante es lo divino que no puede ser percibido por los sentidos. En los relatos pascuales, el Jesús que se les aparece, es el mismo que anduvo con ellos en Galilea. En los relatos de su vida, se dice lo contrario. Jesús, con el que viven, es ya el glorificado.

Las interpretaciones de este relato, apuntan siempre a una manifestación de “gloria”. La gloria de Dios no tiene nada que ver con la gloria humana. En Dios, la gloria es su esencia, no algo añadido. Si en Jesús habitaba la plenitud de la divinidad, quiere decir que Dios y su “gloria” nunca se separaron de él. Como hombre sí podría recibir gloria. Cuando queremos añadírsela después de su muerte, seguimos cayendo en la gran tentación de siempre.

En Jesús está ya la plenitud de la divinidad, pero está en su humanidad, aunque no se puede percibir por los sentidos. Todo lo que Jesús nos pidió que superáramos, lo queremos recuperar con creces. Jesús acaba de decir que tiene que padecer mucho; que seguirle es renunciar a sí mismo. Pedimos a Dios que recubra de oropel nuestra escoria.

Lo divino no es lo contrario de lo humano, sino compatible con nuestras limitaciones. Es absurda una esperanza de futuro. Dios nos ha dado ya todo lo que podría darnos. Claro que esto contradice nuestras expectativas. Pero esa es la clave: ¿Estamos dispuestos a aceptar la salvación que Jesús ofrece, o seguimos esperando una ‘salvación’ para nuestro falso yo?

¡Escuchadle a él solo! Seguimos, como Pedro, aferrados al Dios del AT. El cristianismo ha velado de tal forma el mensaje de Jesús, que es casi imposible distinguir lo que es mensaje evangélico y lo que son resonancias del AT. Hoy son numerosos los odres nuevos, que esperan vino nuevo, porque no aguantan el vino viejo y agrio que les seguimos ofreciendo.

El hecho de que Moisés y Elías se retiraran antes de que hablara la voz, es una advertencia para nosotros que no acabamos de superar el Dios del AT. Jesús ha dado un salto en la comprensión de Dios que debemos dar nosotros también. En realidad, en ese salto consiste toda la buena noticia de Jesús. El Dios del AT no es buena noticia sino temible noticia.


jueves, 6 de marzo de 2025

I DOMINGO DE CUARESMA – Ciclo C (Reflexión)

 I DOMINGO DE CUARESMA Ciclo C (Lucas 4, 1-13) – marzo 9, 2025 
Deuteronomio 26, 4-6; Salmo 90; Romanos 10, 8-13



Hemos comenzado, el pasado Miércoles de Ceniza, el tiempo litúrgico de Cuaresma: el cual nos brinda la oportunidad de tener una conversión interior, como preparación a la Pascua, que es la celebración más importante del cristianismo.

Evangelio según san Lucas 4, 1-13

En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó del Jordán y conducido por el mismo Espíritu, se internó en el desierto, donde permaneció durante cuarenta días y fue tentado por el demonio.

No comió nada en aquellos días, y cuando se completaron, sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: “Si eres el Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan”. Jesús le contestó: “Está escrito: No sólo de pan vive el hombre”.

Después lo llevó el diablo a un monte elevado y en un instante le hizo ver todos los reinos de la tierra y le dijo: “A mí me ha sido entregado todo el poder y la gloria de estos reinos, y yo los doy a quien quiero. Todo esto será tuyo, si te arrodillas y me adoras”. Jesús le respondió: “Está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él sólo servirás”.

Entonces lo llevó a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del templo y le dijo: “Si eres el Hijo de Dios, arrójate desde aquí, porque está escrito: Los ángeles del Señor tienen órdenes de cuidarte y de sostenerte en sus manos, para que tus pies no tropiecen con las piedras”. Pero Jesús le respondió: “También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios”. Concluidas las tentaciones, el diablo se retiró de él, hasta que llegará la hora. 

Reflexión:

¿Cómo vencer mis tentaciones?

El tiempo de Cuaresma, es favorable para volver a lo esencial del Evangelio; es una oportunidad para dejarnos mover por el Espíritu para transformar nuestro corazón y poder reconstruir fraternalmente nuestras relaciones: con Dios, con las otras personas, con nosotros mismos y con la creación.

Con la imposición de la ceniza, reconocemos que somos personas con fallos (hamartía) y necesitados de Dios, para salvar nuestra vida, de todo aquello que nos impide tener una vida que valga la pena vivir.

Son nuestros pecados, es decir nuestra manera equivocada (errónea), de ser y actuar, que por una parte infla nuestro ego y soberbia, y por otra parte, daña o rompe con nuestras relaciones interpersonales y con la misma naturaleza; nos encierra en nosotros mismos y nos aleja de los demás.

Jesús, quién nos conoce y quiere salvarnos, al final de la oración del Padrenuestro, nos enseña a pedir a Papá Dios: “…no me dejes caer la tentación y líbrame del mal”… y justo en cada primer domingo de Cuaresma, el evangelio nos recuerda como Jesús, “no cae en la tentación” y “se libra del mal”.

El diablo, cuya meta es incapacitarnos, desviarnos y alejarnos de lo que es bueno para nosotros y tener vida abundante, nos engaña y pone trampas, para lograr su fin. Coloquialmente hablando, nos seduce “con el canto de las sirenas”, nos habla al ego, nos hace crecer en soberbia, con:

·      el poder tener todo lo necesario (fácilmente)… “convertir piedras en pan”

·      ser mejores que los demás, luciendo lo que tenemos y así… “se arrodillen y me adoren”

·      el poder para dominar todo y a todos … “que nada se interponga en mi camino”

Entonces, Cuaresma es transformar nuestro corazón, es vaciar nuestro ego de toda pretensión de poder, de vanidad, de autogeneramiento, para entonces vivir en fraternidad, con todo y todos … con Dios.

¿Qué “cosas” me ocupan y distraen, de una vida que valga la pena?... ¿Cómo puedo ser menos egoísta?... ¿Qué tentaciones tengo que sortear, para seguir a Jesús?

PD. Sigamos pidiendo al Señor, que fortalezca, consuele y sostenga al Papa Francisco, en este momento de dificultad. amdg.

 

Alfredo Aguilar Pelayo 
#RecursosParaVivirMejor 

 

Columna publicada en: https://bit.ly/RBNenElHeraldoSLP

Para profundizar: https://tinyurl.com/BN-1DC-250309

I DOMINGO DE CUARESMA – Ciclo C (Profundizar)

I DOMINGO DE CUARESMA Ciclo C (Lucas 4, 1-13) – marzo 9, 2025 
Deuteronomio 26, 4-6; Salmo 90; Romanos 10, 8-13



Evangelio según san Lucas 4, 1-13

En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó del Jordán y conducido por el mismo Espíritu, se internó en el desierto, donde permaneció durante cuarenta días y fue tentado por el demonio.

No comió nada en aquellos días, y cuando se completaron, sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: “Si eres el Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan”. Jesús le contestó: “Está escrito: No sólo de pan vive el hombre”.

Después lo llevó el diablo a un monte elevado y en un instante le hizo ver todos los reinos de la tierra y le dijo: “A mí me ha sido entregado todo el poder y la gloria de estos reinos, y yo los doy a quien quiero. Todo esto será tuyo, si te arrodillas y me adoras”. Jesús le respondió: “Está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él sólo servirás”.

Entonces lo llevó a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del templo y le dijo: “Si eres el Hijo de Dios, arrójate desde aquí, porque está escrito: Los ángeles del Señor tienen órdenes de cuidarte y de sostenerte en sus manos, para que tus pies no tropiecen con las piedras”. Pero Jesús le respondió: “También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios”. Concluidas las tentaciones, el diablo se retiró de él, hasta que llegará la hora. 

 

Reflexiones Buena Nueva

#Microhomilia 
Hernán Quezada, SJ 
Cuando hacemos el mal, pocas veces tenemos conciencia de ello; creemos que nos hemos apropiado de lo que nos merecemos, que estamos haciendo lo que debemos o lo que necesitamos. Somos tentados con cosas que parecen no malas: -di a esta piedra que se convierta en pan, -te daré poder y gloria si te arrodillas ante mí, -tírate desde aquí, pues a ti no te puede pasar nada. Podríamos traducirlas en sáciate, controla y tú eres especial, en síntesis, tener un corazón soberbio. 
En cuaresma, somos invitados a mirar con detenimiento nuestra vida para darnos cuenta y poder convertirnos; liberarnos de engaños y ataduras, que resultan de caer en tentaciones.
¿Con qué has saciado "tu hambre"? ¿de qué tienes "hambre"? aceptación, seguridad, poder, control, etc.
¿A cambió de qué has doblado tus rodillas, creyendo que con ello tienes todo? ¿Ante qué vives arrodillado?
¿Cuándo te has puesto en riesgos innecesarios, poniendo "a prueba" a Dios? ¿Cuándo crees que Dios trabaja para ti?
#FelizDomingo


“... El Espíritu Santo lo llevó al desierto” 
 A nadie se le ocurre que una foto de una persona pueda equipararse a esa misma persona de carne y hueso. La foto nos muestra un momento fijo, quieto, inmóvil de esa persona. Incluso, si la foto queda movida nos parece que quedó mala. Sabemos que la foto no es la persona, porque no está, como la vida misma, en movimiento. Sin embargo, a través de ella podemos conocer algunos rasgos de esa persona. Evidentemente, estos rasgos no son toda la persona, pero sí nos dan algunas pistas para saber cómo es. Incluso, sirviéndonos de la foto, podríamos llegar a reconocerla.
El texto evangélico de las tentaciones que nos presenta hoy san Lucas es como una foto; inmóvil, quieta, fija, pero reveladora de un aspecto muy importante de la vida de Jesús. Nos muestra algunos rasgos de su rostro humano y divino, aunque no logra comunicarnos el movimiento de la vida real de Jesús de Nazaret, con respecto a las tentaciones. En general hay acuerdo entre los estudiosos de la Biblia que los pasajes evangélicos que hablan de las tentaciones, no se refieren a un momento aislado y separado de la existencia de Jesús. Se trata más bien de mostrar que Jesús sintió la experiencia de la tentación, compartiendo con esto nuestra condición humana, desde que tuvo conciencia, hasta el momento definitivo de su muerte en la cruz.
Niko Kazantzakis, novelista griego, escribió hace algunos años un libro que tituló La última tentación, novela que fue llevada a la pantalla en 1988 por el famoso director cinematográfico, Martín Scorsese, con el título de La última tentación de Cristo. Tanto la novela, como la película, muy polémica, por cierto, presentan a Jesús siendo tentado a lo largo de toda su vida, haciendo énfasis en la última tentación, que propiamente no fue casarse con María Magdalena, como casi todo el mundo interpreta de una manera superficial, sino negarse a morir en la cruz. En este sentido, podemos decir que la oración en el huerto de Getsemaní, tal como nos la presentan los evangelistas, fue un momento crucial de tentación, casi a las puertas de su pasión: “Padre mío, para ti todo es posible: líbrame de este trago amargo; pero que no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tu” (Marcos 14, 36). Por otra parte, no podemos negar que algunas de las Siete Palabras que Jesús pronunció desde la cruz y que recordamos de manera particular en la Semana Santa, son reflejo de esta realidad que atravesó toda su vida. Es lo que el mismo Lucas expresa al final de este pasaje con esta afirmación: “Cuando ya el diablo no encontró otra forma de poner a prueba a Jesús, se alejó de él por algún tiempo”.

Todo esto significa que Jesús fue tentado muchas veces y de muy diversas formas; san Lucas nos presenta aquí los deseos de aprovechar sus capacidades para su propio beneficio: “Si de veras eres Hijo de Dios, ordena a esta piedra que se convierta en pan”; deseos de tener poder: “Yo te daré todo este poder y la grandeza de estos países. Porque yo lo he recibido, y se lo daré al que quiera dárselo. Si te arrodillas y me adoras, todo será tuyo”; y, por último, deseos de tener fama, haciendo cosas espectaculares para llamar la atención: “Si de veras eres Hijo de Dios, tírate abajo desde aquí; porque la Escritura dice: ‘Dios mandará que sus ángeles te cuiden y te protejan. Te levantarán con sus manos, para que no tropiece con piedra alguna”.

Llama la atención el uso que hace Jesús de la Escritura para defenderse de la tentación; tanto es así, que el tentador recurre a la autoridad del Salmo 91 (versículo 12) para presentar la última tentación de esta serie. Pero Jesús vuelve a defenderse citando otro texto de la misma Escritura: “No pongas a prueba al Señor tu Dios” (Deuteronomio 6, 16). Nuestra vida, como la de Jesús, no es una fotografía. Las tentaciones del egoísmo, del poder y de la fama, están siempre presentes, para no señalar sino las que aparecen aquí mencionadas. El Señor nos invita a recurrir a su Palabra para contrarrestar la fuerza del mal en nuestro interior. Sabiendo, por lo demás, que se trata de una realidad que no ocupa solo un momento de nuestra vida, sino que la atraviesa de principio a fin.

LUCIDEZ Y FIDELIDAD 

No le resultó fácil a Jesús mantenerse fiel a la misión recibida de su Padre sin desviarse de su voluntad. Los evangelios recuerdan su lucha interior y las pruebas que tuvo que superar, junto a sus discípulos, a lo largo de su vida.

Los maestros de la ley lo acosaban con preguntas capciosas para someterlo al orden establecido, olvidando al Espíritu, que lo impulsaba a curar incluso en sábado. Los fariseos le pedían que dejara de aliviar el sufrimiento de la gente y realizara algo más espectacular, «un signo del cielo», de proporciones cósmicas, con el que Dios lo confirmara ante todos.

Las tentaciones le venían incluso de sus discípulos más queridos. Santiago y Juan le pedían que se olvidara de los últimos y pensara más en reservarles a ellos los puestos de más honor y poder. Pedro le reprende porque pone en riesgo su vida y puede terminar ejecutado.

Sufría Jesús y sufrían también sus discípulos. Nada era fácil ni claro. Todos tenían que buscar la voluntad del Padre superando pruebas y tentaciones de diverso género. Pocas horas antes de ser detenido por las fuerzas de seguridad del templo, Jesús les dice así: «Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas» (Lucas 22,28).

El episodio conocido como las «tentaciones de Jesús» es un relato en el que se reagrupan y resumen las tentaciones que hubo de superar Jesús a lo largo de su vida. Aunque vive movido por el Espíritu recibido en el Jordán, nada le dispensa de sentirse atraído hacia formas falsas de mesianismo.

¿Ha de pensar en su propio interés o escuchar la voluntad del Padre? ¿Ha de imponer su poder de Mesías o ponerse al servicio de quienes lo necesitan? ¿Ha de buscar su propia gloria o manifestar la compasión de Dios hacia los que sufren? ¿Ha de evitar riesgos y eludir la crucifixión o entregarse a su misión confiando en el Padre?

El relato de las tentaciones de Jesús fue recogido en los evangelios para alertar a sus seguidores. Hemos de ser lúcidos. El Espíritu de Jesús está vivo en su Iglesia, pero los cristianos no estamos libres de falsear una y otra vez nuestra identidad cayendo en múltiples tentaciones.

Para seguir a Jesús con fidelidad hemos de identificar las tentaciones que tenemos los cristianos de hoy: la jerarquía y el pueblo; los dirigentes religiosos y los fieles. Una Iglesia que no es consciente de sus tentaciones pronto falseará su identidad y su misión. ¿No nos está sucediendo algo de esto? ¿No necesitamos más lucidez y vigilancia para no caer en la infidelidad?

 

RETÍRATE AL DESIERTO 

Debemos superar el enfoque maniqueo de la cuaresma. Sin embargo, el sentido profundo de la cuaresma debemos mantenerlo e incluso potenciarlo. En efecto, en ninguna época de la historia el ser humano se había dejado llevar tan masivamente por el hedonismo. A escala mundial el hombre se ha convertido en productor-consumidor.

¿Queremos consumir más o nos interesa ser cada día más humanos? En teoría no hay problema para responder, pero en la práctica, nos dejamos llevar por el hedonismo, aún a costa de menor humanidad. Aquí está la razón de la cuaresma. Debemos pararnos a pensar hacia dónde nos dirigimos. Alcanzar plenitud de humanidad exige esfuerzo.

Lo que llamamos mal no tiene ningún misterio; es inherente a nuestra condición de criaturas. La voluntad solo es atraída por el bien, pero la razón puede presentar a la voluntad un objeto como bueno, siendo en realidad malo. Todos buscamos el bien, pero nos encontramos con lo malo, no porque lo busquemos sino por ignorancia.

El mal es consecuencia del conocimiento limitado. Sin él, la capacidad de elección sería imposible y no habría mal. Si el conocimiento fuera perfecto, también sería imposible el mal. Si la voluntad va tras el mal, es siempre por ignorancia.

No es casual que sean tres tentaciones. Se trata de un resumen de las relaciones que puede desarrollar un ser humano. La tentación consiste en entrar en una relación equivocada con nosotros mismos. La relación con los demás depende de la relación con nosotros.

1ª tentación: Si eres Hijo de Dios... Si tú has hecho en todo momento la voluntad de Dios, también Él hará lo que tú quieres. Es la tentación de hacer la voluntad de Dios para que Él haga lo que yo quiero; es lo que estamos haciendo todos, todos los días. Jesús no es fiel a Dios porque es Hijo, sino que es Hijo porque es fiel.

No solo de pan... El pan es necesario, pero no es lo más importante. Nuestro hedonismo demuestra que aún no hemos aceptado esta propuesta. Dar al cuerpo lo que me pide es lo primero y esencial. El antídoto es el ayuno. Privarnos de lo que es bueno para el cuerpo, es la mejor manera de no ceder a lo que es malo.

2ª Si me adoras, todo será tuyo. El poder es la idolatría suprema y lleva siempre consigo la opresión, único pecado. Si descubro mi ser profundo, no me importará desprenderme de mi falso yo y buscaré el servicio. El antídoto es la limosna. Para superar la tentación de dominio, debemos dar a todos de lo que tenemos y somos.

3ª Tírate de aquí abajo. Realiza un acto verdaderamente espectacular, que todo el mundo vea lo grande que eres. Todos te ensalzarán y tu vana-gloria llegará al límite. La respuesta: deja a Dios ser Dios. Acepta tu condición de criatura y desde esa condición alcanza la verdadera plenitud. Dios no puede darte nada porque ya te lo ha dado todo.

Para llegar a tu verdadero ser, hay que atravesar tu propio desierto. Libérate de todo lo que crees ser para llegar a lo que eres de verdad. Mantente en el silencio, hasta que se derrumbe el muro que te separa de ti mismo. No confíes en milagros, nadie desde fuera de ti podrá llevarte hasta el fondo de tu ser y suplir el propio esfuerzo de encontrarte.

 

 


miércoles, 26 de febrero de 2025

VIII DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO – Ciclo C (Reflexión)

 
VIII DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO – Ciclo C (Lucas 6, 38-45) – marzo 2, 2025 
Eclesiástico 27, 4-7; Salmo 91; Corintios 15, 54-58


En este VIII domingo de tiempo ordinario (último de la primera etapa de este tiempo), el evangelio nos enseña tres actitudes que, nos llevan por el camino de seguir a Jesús, de mejor manera:

Evangelio según san Lucas 6, 39-45

En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola: «¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?

No está el discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.

¿Por qué te fijas en la paja que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame que te saque la paja del ojo”, ¿sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.

Pues no hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.

El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca».

 

Reflexión:

¿A quién escuchar y seguir?

En el evangelio se nos presentan tres “mini parábolas”, las cuales nos ayudan a darnos cuenta de como son nuestras relaciones interpersonales, y que es lo que me impide que estás sean siempre para bien. En ellas, también podemos darnos cuenta en que podemos mejorar, para ser mejores personas y más fraternas.

·      Ceguera. Aquí, la parábola habla, no de ceguera biológica, sino de la falta de visión de lo que nos conduce a ser y hacer el bien. Cuando ignoro (no se) cual es el camino que me ha enseñado Jesús, para poder tener “una vida que valga la pena”, y “solo se” lo que he aprendido del mundo, cuando guíe a otros (familiares, amigos conocidos, … votantes), los llevaré por el camino equivocado, hacia un hoyo, en el cual no verán, ni disfrutarán el bien que Dios desea para todos. Podría también, estar ciego, y no darme cuenta que estoy siendo engañado y arrastrado a donde no me conviene.

·      Paja. Acá, se refiere que antes de juzgar a los demás, cuando se equivocan (porque no ven o no saben), seamos autocríticos y tomemos conciencia de cómo somos y estamos, antes de exigir o juzgar a los demás, por tal o cual modo de ser o proceder. Se trata de ”ayudar”  y ser “congruentes” con quien lo necesite, no de sentir y creer que somos superiores a los demás.

·      Frutos. Los resultados de mis “intensiones, pensamientos y acciones”, son el fruto que da mi corazón. Es un llamado a discernir que es lo que me mueve internamente, hacia donde me llevan mis deseos y como lo hago realidad.

De lo anterior se desprende que necesito seguir conociendo y aprendiendo de Jesús, los criterios para poder vivir conmigo mismo y con los demás, sin engaños, ni prepotencia, con relaciones sanas y de bien común.

En la vida, vamos aprendiendo y creciendo en sabiduría (Eclo 27, 4-7), aún en dificultades y adversidades; hay que buscar la sabiduría de Dios, lleva tiempo y esfuerzo, hay que aprenderla y ponerla en práctica, y así, como dice el mismo Jesús: cuando termines su aprendizaje, serás como su maestro” (cfr Lc 6,40)., por que de eso se trata la vida, ser imagen y semejanza del Señor.

Te recuerdo que, el próximo día 5 de marzo es Miércoles de Ceniza, inicio de la Cuaresma, tiempo litúrgico para recordar que somos creaturas “eres polvo y en polvo te convertirás” (Gen 3, 19), y que es tiempo de conversión, para volver a y vivir la Buena Noticia de Jesús.

¿Cómo puedo aprender a ser humilde?... ¿Cómo discernir el espíritu que me mueve?... ¿Qué hacer para ser constructor de fraternidad?

PD. Sigamos en oración por la salud el Papa Francisco, que el Señor lo fortalezca, consuele y sostenga, en este momento de dificultad. amdg.

 

Alfredo Aguilar Pelayo 
#RecursosParaVivirMejor 

 

Columna publicada en: https://bit.ly/RBNenElHeraldoSLP 

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