Evangelio según
san Juan 14, 23-29
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "El que me ama, cumplirá mi
palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos en él nuestra morada.
El
que no me ama no cumplirá mis palabras. Y la palabra que están oyendo no es
mía, sino del Padre, que me envió. Les he hablado de esto ahora que estoy con
ustedes; pero el Paráclito, el Espíritu Santo que mi Padre les enviará en mi
nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo cuanto yo les he
dicho.
La
paz les dejo, mi paz les doy. No se la doy como la da el mundo. No pierdan la
paz ni se acobarden. Me han oído decir: 'Me voy, pero volveré a su lado'. Si me
amaran, se alegrarían de que me vaya al Padre, porque el Padre es más que yo.
Se lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, crean".
Reflexión:
¿Cómo recibir al Espíritu Santo?
Conforme hemos vivido, nos hemos dado cuenta de que la vida y las
relaciones interpersonales, siempre tienen dificultades y diferencias, que tenemos
que enfrentar y resolver. Hoy la primera lectura (Hech 15, 1-2. 22-29) nos
muestra que a través del diálogo y el discernimiento podemos alcanzar
una solución adecuada y de bien para las partes. Así, en nuestra vida diaria
(ordinaria), ante la diferencia habremos de considerar el diálogo, como
camino propuesto para entendernos y continuar la vida; rompiendo tabúes y
bloqueos que impiden continuar hacia el bien común, hacia la unidad.
Jesús, camino, verdad y vida, nos ha enseñado lo
que necesitamos para salvarnos de aquello que nos rompe / divide, e impide tengamos
una vida plena terrenal (con justicia, paz y bien), y tengamos acceso a
la gloria de Dios, que es su presencia, en todo y en todos. (cfr. Apoc 21, 10-14.22-23)
Amar a Jesús es, nos dice el evangelio:
·
Cumplir su palabra, ponerla en práctica,
·
Aceptar que Él es el enviado del Padre (verdaderamente)
·
Dejar que Él y el Padre, vivan en nuestro corazón,
· Recibamos al Espíritu
Santo.
Y es precisamente, el Espíritu Santo el que nos da la luz (claridad),
para recordar, entender y aceptar que las enseñanzas de Jesús son nuestra salvación,
porque nos permitirá elegir lo es realmente de bien, para nosotros mismos, los
demás y la creación.
El deseo de Dios Padre, como dice Jesús en el evangelio, es
que tengamos paz, su PAZ, la cual es más que ausencia de guerra (pleito
o discusión) o “tranquilidad forzada o falsa” (por miedo al poder
opresor, ej. pax romana, con pan y circo); la PAZ que nos da Jesús es, la armonía
interior que nos permite, desde sus valores y enseñanzas, elegir
como responder a lo que nos presenta la vida, en nuestra realidad.
En el Espíritu Santo, es como tenemos presente siempre, en
nosotros, al Resucitado; es el Espíritu Santo el que nos da fortaleza
y valor para “no tener miedo” y continuar la obra redentora de Dios, que es amor.
¿Cómo
tener valor de actuar, reflejando la imagen de Jesús?... ¿Cómo prepararme para
recibir al Espíritu Santo?... ¿Cómo hacer realidad la Paz de Jesús?
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