Evangelio
según san Mateo 1, 18-24
Cristo vino al mundo de la siguiente manera: Estando
María, su madre, desposada con José, y antes de que vivieran juntos, sucedió
que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo. José, su
esposo, que era hombre justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó
dejarla en secreto.
Mientras pensaba en estas cosas, un ángel del Señor le dijo
en sueños: “José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a
María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a
luz un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su
pueblo de sus pecados”.
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el
Señor por boca del profeta Isaías: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz
un hijo, a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir
Dios-con-nosotros.
Cuando José despertó de aquel sueño, hizo lo que le había mandado
el ángel del Señor y recibió a su esposa.
Reflexión:
¿Cuándo vuelve a nacer
Jesús?
Esta cuarta Semana de Adviento, tan solo “durará”
tres días (por cuestión del calendario civil), pero, nos ayuda grandemente a cerrar
nuestra espera al nacimiento del Salvador.
El siguiente extracto, nos ayuda comprender: “Esta
semana comienza con la promesa de una "señal", anunciada por
Isaías (cf. Is 7,10-14) y termina con el cumplimiento de la promesa, es decir:
la "señal" se hace visible a toda criatura. Vemos la buena
noticia de la señal haciéndose realidad y esto nos llena de Esperanza alegre,
de modo que, al reconocer la "señal", cantamos: "¡Ya escuché tus
señales!". El Adviento es tiempo de vivir en actitud de apertura para
recibir el cariño de Dios en la Navidad. Aunque podemos palpar Su mano
misericordiosa, se plantea la pregunta de si permitimos que los efectos de este
encuentro amoroso se prolonguen en el día a día. La invitación es a
experimentar el significado de la fuerza creadora de la Palabra, desde
la Creación hasta la Encarnación, a lo largo de la historia, una Palabra que se
convierte en sustento y compañía renovando nuestra Esperanza.” Hna. Consolación de Matos, FI (Retiro de Advento
e Natal 2025, p.76
Nos hemos preparado y esperando, proactivamente,
para recordar la venida del Salvador a nuestro corazón, para que, con Él
en nuestro interior podamos dar testimonio de que Dios está presente en nuestra
vida: “He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán el
nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros” (Isaías 7, 10-14), y esa fue la señal
del profeta y que se cumplió y se confirma, cada vez que lo aceptamos en
nuestra vida.
En los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, se
nos invita a imaginar cómo es que la “Trinidad contempla el mundo, con sus
luces y sombras, y decide hacer Redención, enviando a la segunda Persona
de la Trinidad (el Hijo), para salvar el género humano” (cfr. EE102)
Nos salva de todo aquello que nos impide tener la vida que
Dios sueña para nosotros, esto es, “que seamos felices” (en esta vida y en
la eterna); nos salva para que podamos reconocer su presencia, aún en “nuestras
noches oscuras” (las angustias, desolación, sufrimiento y opresión), tal
como lo vivió san José, al saber que su prometida esperaba un hijo. En un sueño,
a través de un ángel, se conecta con la realidad y reconoce las señales, confía
en las palabras “de la buena noticia”, y de manera “humilde y obediente” aceptó
y se dispuso a ser custodio del proyecto de salvación, cuidando de María y del
niño por nacer.
Hoy, podemos ser como José, y estar dispuestos a que
el Hijo nazca en nuestro corazón y que seamos colaboradores en el proyecto
salvador de Dios, con la certeza de que el amor que Dios nos tiene, nos
fortalece para enfrentar y superar las dificultades que pudiéramos tener
nuestra familia, comunidad o país.
El Adviento nos ha estado preparando para recibir al Salvador,
“Palabra, que se hace carne”, cumpliendo su promesa salvadora, con el
nacimiento de Jesús.
Que esta próxima Noche Buena y Navidad, sea
para cada uno de nosotros, una nueva oportunidad para que la luz del amor que
Dios nos tiene, permanezca en nosotros, nos guíe y seamos reflejo de su amor, en
donde andemos y con quien compartamos: ¡FELIZ NAVIDAD!
¿Cómo
renovar mi confianza y esperanza en Jesús?... ¿Cuáles son las señales que me
revelan la presencia de Dios?... ¿Cómo preparo mi corazón, para recibir el Amor
y Paz de Dios?
Alfredo
Aguilar Pelayo
#RecursosParaVivirMejor
Columna publicada en: https://tinyurl.com/BNenElHeraldoSLP
Para profundizar: https://tinyurl.com/BN-4AA-251221

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