En
este Cuarto Domingo de Adviento, y a solo tres días para recordar (volver
a pasar por el corazón) y celebrar, el nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios,
que se hizo hombre, para salvarnos…
Evangelio según
san Lucas 1, 39-45
En aquellos días, María
se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea y, entrando en la
casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la
criatura saltó en su seno.
Entonces Isabel quedó
llena del Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: "¡Bendita tú entre
las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre
de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de
gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue
anunciado de parte del Señor".
Reflexión:
¿Porqué festejo el nacimiento del Salvador?
La liturgia de este cuarto domingo de Adviento nos ayuda terminar
de disponer nuestro corazón, a la Navidad, que es el nacimiento
de Jesús. Para no quedarnos en la superficialidad de “las fiestas”,
habremos de profundizar en el hecho de que la segunda persona de la Trinidad se
haya encarnado en un hombre, en un ser humano, podemos considerar lo
siguiente:
En este tiempo, veintiún siglos después, la Navidad, nos recuerda
que:
·
La Santísima Trinidad, miró (y sigue mirando) a la humanidad,
“que está entre paz y guerra / alegría y llanto / salud y enfermedad
/ vida y muerte” (cfr. EE 101) … y decide salvarla de todo
aquello que le impide tener vida abundante, una que valga la pena vivir…
·
Los profetas (de antes y de hoy), anuncian la venida del Salvador:
“el que ha de nacer llenará la tierra y él mismo será la paz" (Miq. 5,
1-4)
·
Se hizo uno con nosotros, Emmanuel, para ser él mismo una
ofrenda, que se entrega por nosotros; es la encarnación personaliza la voluntad
de Dios de permanecer siempre con nosotros… (cfr. Heb 10, 5-10)
·
Además
del sí, para ser la madre terrena del Hijo de Dios, María, en el
evangelio de hoy nos muestra como el servicio y disponibilidad,
al ir a ayudar a su prima Isabel, es el camino de hacer llegar hoy, en nuestro mundo
al salvador… (cfr. Lc
1, 39-45)
En síntesis, el mensaje de este IV Domingo de Adviento, en
palabras del padre Francisco José Collantes Iglesias O.P.: “Si somos
personas llenas del Espíritu de Dios saltará de gozo nuestro corazón y nuestra
vida renacerá a la esperanza. Nos visita la Madre del Señor y, al tiempo que
experimentamos nuestra pequeñez, abrimos los brazos y el corazón para acoger al
Enmanuel que llega para hacer realidad la salvación… La presencia de María que
sale a nuestro encuentro, en medio de las dificultades de nuestra vida y de los
acontecimientos que hacen sufrir a tantas personas hoy en nuestro mundo, tiene
que ser una bocanada de aire fresco que nos haga, al creer en Dios, creer
también en una humanidad capaz de abrirse a lo nuevo y experimentar el gozo y
la esperanza verdaderos”.
Así, reconocemos que, nuestra preparación y disposición a celebrar
el Nacimiento de Jesús, es necesaria para que verdaderamente, Dios este
presente entre nosotros.
¡Feliz Noche Buena! ¡Feliz Navidad!
¿Soy
una persona capaz de ser sensible a las necesidades de los otros?... ¿Fomento
en mi vida la actitud de servicio?... ¿Salgo de mi mismo, de mis cosas y de mis
seguridades, para encontrarme con los demás?
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