El
día de hoy, la liturgia nos recuerda algunos aspectos del ser humano: somos creaturas,
llamados a la complementariedad, unidad y fraternidad, desde
la humildad …
Evangelio según san Marcos 10, 2-16
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos
fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: "¿Le es lícito a un
hombre divorciarse de su esposa?"
Él les respondió: "¿Qué les prescribió
Moisés?" Ellos contestaron: "Moisés nos permitió el divorcio mediante
la entrega de un acta de divorcio a la esposa". Jesús les dijo:
"Moisés prescribió esto, debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero
desde el principio, al crearlos, Dios los hizo hombre y mujer. Por eso
dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su esposa y serán los dos
una sola cosa. De modo que ya no son dos, sino una sola cosa. Por eso, lo
que Dios unió, que no lo separe el hombre". Ya en casa, los discípulos le
volvieron a preguntar sobre el asunto. Jesús les dijo: "Si uno se divorcia
de su esposa y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella
se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio".
Después de esto, la gente le llevó a Jesús unos
niños para que los tocara, pero los discípulos trataban de impedirlo. Al ver
aquello, Jesús se disgustó y les dijo: "Dejen que los niños se acerquen a
mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios es de los que son como ellos.
Les aseguro que el que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en
él". Después tomó en brazos a los niños y los bendijo imponiéndoles las
manos.
Reflexión:
¿Cómo vivir en unidad?
La liturgia de hoy nos
invita a una reflexión sobre la naturaleza humana: somos creaturas, para
vivir en relación, con otros seres humanos, con la naturaleza y con Dios.
San Ignacio de Loyola,
en los Ejercicios Espirituales, nos dice “El hombre es criado para alabar,
hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y, mediante esto, salvar su
ánima; y las otras cosas sobre la haz de la tierra son criadas para el hombre,
y para que le ayuden en la prosecución del fin para que es criado” [23], lo
que podemos traducir como que, “somos creados con un para (un fin), que
es tener una vida que valga la pena vivir, y que para ello, necesitamos
ayudarnos, respetarnos y ser fraternos”; para lograr caminar hacia este fin
(para), lo podremos lograr al construir relaciones interpersonales y
comunidades sanas, de bien común.
El Génesis, nos
recuerda que todo lo creado (plantas, animales, cosas) es medio, para
que nos ayude a lograr el fin, ser plenos y felices; pero no solos (egoístamente),
sino en relación y unidad con los otros; mujeres y
hombres somos complementarios, y al trabajar unidos por el mismo fin, podremos
alcanzarlo; esta historia nos invita a nuestra propia búsqueda de relaciones
significativas y la importancia de tener una comunidad fraterna en nuestra vida.
Reconocer y agradecer “tanto
bien recibido”, nos lleva a experimentar un profundo sentido de gratitud
por los dones de Dios y a reconocer nuestra interdependencia con Él, las cosas
y las personas. (cfr. Sal
127).
Al hacerse hombre,
Jesús se unió a nuestra condición humana y experimentó nuestras alegrías y
nuestros sufrimientos; sabe como somos, nos da ejemplo de humildad y nos invita
a ser como Él, sin dejar de ser lo que somos “cada uno”. (cfr. Heb 2, 9-11)
Hoy el evangelio nos
invita a considerar toda relación, máxime en el matrimonio, a
vivirla en armonía, y unidad, a dignificar a cada una las partes, pues todos
somos creaturas de un mismo Dios; así, dejando de lado nuestro egoísmo, que
endurece nuestro corazón, se nos llama a una fidelidad radical en nuestras relaciones,
a una sencillez y apertura de corazón, donde nos “echemos una mano”, nos respetemos
(en nuestras diferencias), fraternalmente (gratuitamente), siempre, confiando
plenamente en la providencia y la gracia de Dios.
¿Cómo puedo fortalecer mis relaciones interpersonales?... ¿Cómo usar
y cuidar los recursos naturales que tenemos en la creación?... ¿Cómo vivir más
unidos y en fraternidad?
Para profundizar, leer
aquí.
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