En
este domingo, continuamos leyendo el evangelio de Juan, y por cuarta vez nos
habla del alimento que es necesario para tengamos vida, en este tiempo
terrenal, y después en la vida eterna
Evangelio
según san Juan 6, 51-58
En aquel tiempo, Jesús
dijo a los judíos: "Yo soy el pan vivo, que ha bajado del cielo; el que
coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo les voy a dar es mi
carne, para que el mundo tenga vida".
Entonces los judíos se
pusieron a discutir entre sí: "¿Cómo puede éste darnos a comer su
carne?"
Jesús les dijo: "Yo les aseguro: Si no comen la carne del Hijo del hombre
y no beben su sangre, no podrán tener vida en ustedes. El que come mi carne y
bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día. Mi carne es
verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe
mi sangre, permanece en mí y yo en él. Como el Padre, que me ha enviado, posee
la vida y yo vivo por Él, así también el que me come vivirá por mí.
Éste es el pan que ha
bajado del cielo; no es como el maná que comieron sus padres, pues murieron. El
que come de este pan vivirá para siempre".
Reflexión:
¿Qué necesito para vivir y disfrutar la vida?
Lo que hemos leído y reflexionando en las tres semanas anteriores,
es sobre el alimento que se nos ofrece para vivir según el deseo de
Dios; hoy continuamos con las lecturas tomadas del libro de la Sabiduría y de
la Carta a los Efesios, que nos recuerdan, por una parte, cómo comportarnos,
para vivir mejor, y después el evangelio de Juan, nos dice lo que necesitamos
para hacerlo realidad.
Si tenemos el deseo y el hambre, de ser mejores
personas, de vivir bien y ser felices en la vida, habremos de
tener la fuerza y energía necesarias para poder lograrlo; y la fuente de esta
energía es de lo que nos alimentamos, física, mental y espiritualmente.
Jesús, con su Palabra (evangelio, buena noticia), nos enseña
como ser y vivir, siembra la semilla del bien, que, al cuidarla, dará los
frutos: sencillez, prudencia, sabiduría, sensatez, sobriedad… y en la Eucaristía
(comunión), se nos da como alimento (cuerpo y sangre), que
nos lleva a la unidad con la comunidad; o sea lo recibido es para nuestro bien
y el bien común.
Al darnos cuenta de que nuestro Padre / Madre Dios, lo
único que desea es que vivamos, “que el mundo tenga vida”, es entender
lo es la buena noticia que nos da Jesús, y que ella es para todos,
buenos y malos, cristianos o no, para todos… es la
sabiduría de Dios lo que nos hace ser personas, que podamos vivir en comunidad
fraterna, vivir bien, que valga la pena vivir… Hay que reconocer la
invitación, aceptarla: "Vengan a comer de mi pan y a beber del vino que
he preparado”.
La promesa de Jesús, es que recibiendo su alimento, “permanecemos
unidos a Él, y él está en nosotros” (cfr. Juan 6, 51-58) y así, podemos su imagen y semejanza en este
mundo terrenal…
¿Cómo dejar atrás mi ignorancia, de lo que es bueno para mí?... ¿Qué
pudo hacer para no dejar de alimentarme con la Palabra, el Cuerpo y Sangre de Jesús?...
¿Cómo vivir una vida terrenal de bien, me alcanza la Vida Eterna?...
PD. En este tercer domingo de mes, en el itinerario de la Jornada
de Oración Nacional por la Paz, la intención será: “Orar con la esperanza de
construir un nuevo país desde la reconciliación” uniéndonos a la intención
mensual del Papa Francisco, pidiendo también los líderes políticos.
Para profundizar, leer
aquí.
Gracias!
ResponderBorrarBendiciones siempre, que estas semillas daran su fruto