Continuamos
este domingo, conociendo a Jesús: su manera de ser, enseñar y hacer el bien...
Evangelio según san Marcos 1, 20-28
En aquel tiempo, se hallaba Jesús a Cafarnaúm y el sábado
siguiente fue a la sinagoga y se puso a enseñar. Los oyentes quedaron
asombrados de sus palabras, pues enseñaba como quien tiene autoridad y no como
los escribas.
Había en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu
inmundo, que se puso a gritar: "¿Qué quieres tú con nosotros, Jesús de
Nazaret? ¿Has venido a acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de
Dios". Jesús le ordenó: "¡Cállate y sal de él!" El espíritu
inmundo, sacudiendo al hombre con violencia y dando un alarido, salió de él.
Todos quedaron estupefactos y se preguntaban: "¿Qué es esto? ¿Qué nueva
doctrina es ésta? Este hombre tiene autoridad para mandar hasta a los espíritus
inmundos y lo obedecen". Y muy pronto se extendió su fama por toda
Galilea.
Reflexión:
¿Qué me asombra de Jesús?
Para poder conocer y entender a una persona, primero hay
que escucharla, con atención, para comprender sus mensajes e intenciones; lo
mismo pasa con Jesús, hay que escucharlo, para que podamos cada uno
saber, de primera mano, cual es su buena nueva.
En la primera lectura (Dt
18,
15-20) es Jesús, a quien se refiere Moisés: “Dios hará surgir
en medio de ustedes, entre sus hermanos, un profeta como yo. A él lo
escucharán”; además, nos advierte lectura que tenemos que estar
atentos, para no ser engañados por quién “se atreva a decir en mi nombre lo
que yo no le haya mandado, o hable en nombre de otros dioses, será reo de muerte” …
Ignacio de Loyola, en los ejercicios espirituales nos ayuda
con reglas de discernimiento de espíritus, para saber distinguir los
engaños del mal, que nos alejan del bien que podríamos hacer, si seguimos al buen
espíritu, al espíritu de Dios.
Jesús, en los evangelios, se nos revela, nos dice quién es,
como es, como actúa y que hace para cumplir la misión encomendada por su Padre:
sanarnos, salvarnos, para que tengamos una vida abundante
(cfr. Jn 10,10). En el pasaje de hoy, lo que hace Jesús a la persona poseída,
es librarlo del espíritu inmundo (del maligno, del mal espíritu) que no
lo deja vivir … el mal no puede contra Dios, pero a nosotros, sí que nos puede
engañar y vencer, y ello nos destruye, como personas, como comunidad.
Lo que dice y hace Jesús, lo hace con congruencia, habla sobre
el bien y lo hace, porque tiene la facultad (autoridad) de ello, como ungido
de Dios; quienes lo escuchan, quienes lo ven actuar, claro que se sorprenden… como
cada uno de nosotros, si le ponemos atención a sus palabras, a sus enseñanzas y
a sus acciones, de seguro nos sorprenderá que, todo – todo – todo, lo
que enseña, dice y hace es para nuestro bien.
Así, toma sentido lo que nos dice san Pablo: “vivan sin
preocupaciones (confiando en el Señor), … tal como conviene” (cfr. Cor 7, 32-35)
¿Cómo
escuchar y conocer mejor a Jesús?... ¿Cómo dejarme sorprender por él?... ¿Cómo puedo
aumentar mi confianza y poner mi vida en sus manos?
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