IV Domingo de Pascua – Ciclo B (Juan 10, 11-18) – 25 de abril de 2021
#microhomilía
#HernanQuezadaSJ
La Palabra nos comunica una buena noticia: Jesús es como el buen
pastor, no abandona, no huye cuando llega la amenaza; le importamos siempre y
por ello nos conoce y busca que los conozcamos; da la vida por nosotros. ¡No
estamos nunca solos!
Pero nosotros, que nos hemos encontrado con el amor de Dios, también
hoy tenemos un llamado en la Palabra: Hay que ser como el buen pastor, es decir
amar, cuidar y conocer a los demás. Aprender a compartir la vida por amor con
aquellas y aquellos que se sienten solos o abandonados. Amar, cuidar,
permanecer y compartir son verbos que hay que orar en este domingo. ¿Cómo,
dónde y a quién estoy llamado a amar, cuidar y acompañar? O quizás necesitamos
pedir al Buen Pastor, que hoy venga a mi vida, porque necesito ser cuidado,
acompañado y amado. #FelizDomingo
Fuente: https://www.facebook.com/hernan.quezada.sj
“Nadie
me quita la vida, sino que yo la doy por mi propia voluntad”
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.
“Noche de luna llena en el desierto Samburu. Las Ilakir de Enkai
(en lengua samburu, las estrellas que son los ojos de Dios) se han escondido.
¡Bienvenida la Hermana muerte! La fiebre me sube intensamente. No hay
posibilidad de ir hasta el hospital de Wamba... Como de costumbre nuestro
Toyota está dañado. Siento una intensidad grande, alegre ante la muerte. He
vivido apasionada-mente el amor por la humanidad y por el proyecto de Jesús...
Muero plenamente feliz... Cometí errores, hice sufrir personas... ¡Espero su
perdón! Qué bueno morir como los más pobres y marginados... sin posibilidad de
llegar al hospital... Qué bueno que nadie siga muriendo así. ¡Ojalá ustedes se
comprometan a esto! ¡Un abrazo intenso de amor para todos y para todas!”
Estas fueron las últimas palabras que escribió, de su puño y letra, el
P. Carlos Alberto Calderón, sacerdote de la Arquidiócesis de Medellín, que se
fue de misionero a Kenya a fines de 1994. Alcanzó a estar entre los Samburus,
cerca de Barsaloi, algo más de un año. Después de unos meses de aprendizaje de
la lengua, el kisamburu, y de acercamiento a esta nueva cultura que lo esperaba
a sus 46 años de edad, cayó enfermo el 28 de febrero de 1996; esa noche
escribió la carta de despedida que está más arriba. La fiebre le llegó a 39
grados. Dos días después fue trasladado a Wamba para ser atendido de una
malaria cerebral. Ese mismo día la fiebre le subió a 42.2 grados y entró en
coma. Al día siguiente, lo llevaron en una avioneta hasta Nairobi para tratarlo
en una unidad de cuidados intensivos, pero el daño ya estaba hecho... Le detectaron
una lesión cerebral muy severa. El lunes 25 de marzo, después de un común
acuerdo para respetar el derecho a morir dignamente que Carlos Alberto había
firmado y siempre había defendido, la familia le exige al médico que le
desconecte todos los aparatos y no le prolongue artificialmente la vida. Así
duró varios días más, debatiéndose entre la vida y la muerte. Por fin, el 5 de
abril, Viernes Santo aquel año, nació definitivamente para la vida eterna,
dejando entre sus familiares, amigos y conocidos, un testimonio transparente de
entrega a Dios y a su pueblo.
Es curioso que en su última carta común, enviada a sus familiares y
amigos en diciembre de 1995, decía: “De Nairobi, la capital de Kenya, estamos a
550 kms. (...) por carretera destapada en pésimo estado (...). A 85 kms. está
Wamba, un pequeño caserío Samburu en donde un grupo italiano de solidaridad, en
unión con la diócesis de Marsabit, construyó hace más de 20 años un gran
hospital (...). Este hospital es un verdadero milagro de la solidaridad, aquella
a la que algún escritor latinoamericano llamara ‘La ternura de los pueblos’. Si
no fuera por este hospital, muchísima gente habría muerto y la población
Samburu estaría diezmada, pues esta es una zona con alto riesgo de enfermedades
como la Malaria, el polio, la tuberculosis, el paludismo cerebral, etc., y la
asistencia en salud por parte del gobierno es pésima (...). Es precisamente en
este hospital de Wamba a donde nosotros trasladamos los enfermos graves en el
carro de la misión, casi el único vehículo que circula por estos lados. Allí
también tenemos asistencia gratuita todos los sacerdotes, religiosas y laicos
que trabajamos en la diócesis de Marsabit; les contamos esto para que se
tranquilicen, pues ante algún eventual problema de salud podemos acudir a este
hospital”.
Pienso en Carlos Alberto cuando leo este texto evangélico sobre el Buen
Pastor: “El buen pastor da su vida por sus ovejas (...). Así como mi Padre me
conoce a mí y yo conozco a mi Padre, así también yo conozco a mis ovejas y
ellas me conocen a mí. (...). El Padre me ama porque yo doy mi vida para
volverla a recibir. Nadie me quita la vida, sino que yo la doy por mi propia
voluntad”. Carlos Alberto Calderón entregó su vida generosa y totalmente en la
misión entre los Samburu en Kenya. Seguir al Buen Pastor es entregar la vida
allí donde nos ha tocado vivir o donde Él nos envíe en misión... Porque, en
último término, como dice un cantautor latinoamericano: “La vida no vale nada,
si no es para perecer, porque otros puedan tener, lo que uno disfruta y
ama...”.
Fuente: “Encuentros
con la Palabra”
LA
NECESIDAD DE UN GUÍA
José
Antonio Pagola
Para los primeros creyentes, Jesús no es solo un pastor, sino el
verdadero y auténtico pastor. El único líder capaz de orientar y dar verdadera
vida al ser humano. Esta fe en Jesús como verdadero pastor y guía adquiere una
actualidad nueva en una sociedad masificada como la nuestra, donde las personas
corren el riesgo de perder su propia identidad y quedar aturdidas ante tantas
voces y reclamos.
La publicidad y los medios de comunicación social imponen al individuo
no solo la ropa que ha de vestir, la bebida que ha de tomar o la canción que ha
de escuchar. Se nos imponen también los hábitos, las costumbres, las ideas, los
valores, el estilo de vida y la conducta que hemos de adoptar.
Los resultados son palpables. Son muchas las víctimas de esta
«sociedad-araña». Personas que viven «según la moda». Gentes que ya no actúan
por propia iniciativa. Hombres y mujeres que buscan su pequeña felicidad,
esforzándose por tener aquellos objetos, ideas y conductas que se les dicta
desde fuera.
Expuestos a tantas llamadas y reclamos, corremos el riesgo de no
escuchar ya la voz de la propia interioridad. Es triste ver a las personas
esforzándose por vivir un estilo de vida «impuesto» desde fuera, que simboliza
para ellos el bienestar y la verdadera felicidad.
Los cristianos creemos que solo Jesús puede ser guía definitivo del ser
humano. Solo desde él podemos aprender a vivir. Precisamente, el cristiano es
aquel que, desde Jesús, va descubriendo día a día cuál es la manera más humana
de vivir.
Seguir a Jesús como buen pastor es interiorizar las actitudes
fundamentales que él vivió, y esforzarnos por vivirlas hoy desde nuestra propia
originalidad, prosiguiendo la tarea de construir el reino de Dios que él
comenzó.
Pero mientras la meditación sea sustituida por la televisión, el
silencio interior por el ruido y el seguimiento a la propia conciencia por la
sumisión ciega a la moda será difícil que escuchemos la voz del Buen Pastor,
que nos puede ayudar a vivir en medio de esta «sociedad de consumo» que consume
a sus consumidores.
Fuente: http://www.gruposdejesus.com
JESÚS EL
ÚNICO PASTOR QUE NOS DEBE GUIAR A TODOS
Fray Marcos
Este
texto está enmarcado en un contexto más amplio de polémica entre Jesús y los
fariseos, después de la curación del ciego de nacimiento. Quien no entra por la
puerta, es ladrón y bandido. Quien no es dueño de las ovejas, sino asalariado,
no está dispuesto a dar la vida por ellas. No se trata de una propuesta anodina
sino de una denuncia en toda regla. Todo poder que no se pone al servicio del
pueblo es contrario a Dios. Hemos abandonado los relatos pascuales, pero no nos
salimos del tema pascual, la Vida.
No
es verosímil que Jesús se declarara pastor de nadie. Este evangelio se escribió
setenta años después de morir Jesús y nos cuenta no lo que dijo sino lo que
aquellos cristianos pensaban de Jesús. Ellos sí se sentían dirigidos por Jesús
e intentaban seguir sus directrices. En el AT el título se aplicaba a Dios o a
los dirigentes. En tiempo de Jesús, el pastor era, casi siempre, el dueño de un
pequeño número de ovejas, a las que cuidaba como si fueran miembros de la
familia, incluso, cobijándolas bajo el mismo techo, llamándolas por su nombre
propio. De ellas dependía el sustento de la familia.
El
pastor modelo está en contraposición con el mercenario. El pastor, que es dueño
de las ovejas, actúa por amor y no le importa arriesgar su propia persona para
defenderlas de cualquier peligro. El mercenario actúa por dinero, las ovejas le
traen sin cuidado. En (4 Esd 5,18) dice: “No nos abandones como pastor a su
rebaño en poder de lobos dañinos”. La figura del lobo está en paralelo con la
del ladrón y bandido, que arrebata y dispersa. Precisamente lo contrario de lo
que hace Jesús, reunir las ovejas dispersas (Jn 11,52)
La
imagen del pastor fue muy utilizada en el AT. Se aplicó a los dirigentes,
muchas veces para llamar la atención de que no cumplían con su deber. Se aplicó
al mismo Dios que, cansado de los malos pastores, terminaría por apacentar Él
mismo a su rebaño. La única idea original de Jn es la de dar la vida por las
ovejas. Seguramente es una interpretación de la vida y muerte de Jesús como
servicio a los hombres. No se trata de un discurso de Jesús, sino de una manera
de trasmitir lo que aquellos cristianos pensaban sobre él.
Yo
soy el buen pastor. No se trata de resaltar el carácter de bondad o dulzura. La
traducción oficial devalúa la expresión. “Bueno” en griego, sería agathos.
Kalos significa bello, ideal, excelente, único en su género. Denota perfección
suma. No se dice solo de las personas (el vino en la boda de Caná, Jn 2,10).
Pastores “buenos” puede haber muchos. Pastor ideal solo puede haber uno. El
tomar el evangelio que acabamos de oír como excusa para hablar de los obispos y
de los sacerdotes no tiene ni pies ni cabeza. La tarea de los dirigentes no
tiene nada que ver con lo que nos quiere decir el evangelio.
El
buen pastor se entrega él mismo por las ovejas. La vida (psukhên) se identifica
con la persona. En griego existen tres palabras para designar vida: “bios”, “zoê”
y “psukhê”. No significan lo mismo, y por eso pueden causar confusión. Psukhên
significa persona, es decir, capacidad de sentimientos y afectos. “Tithesin” no
significa dar, sino poner, o mejor, exponer, arriesgar. Como pastor excelente,
Jesús pone su persona al servicio de los demás durante toda la vida. Jesús se
desvive por los demás.
Desvivirse:
Mostrar incesante y vivo interés, solicitud o amor por una persona (DRAE). Es
exactamente lo que quiere decir aquí Juan de Jesús. La entrega de la vida física
es la manifestación extrema de su continua entrega durante toda su vida. Quien
no ama hasta dar la vida no es auténtico pastor. El máximo don de sí es la
comunicación plena de lo que él es. No se trata de que, por su muerte, se nos
conceda algo venido de fuera. Se trata de que su Vida, puesta al servicio de
todos, prende y se desarrolla en nosotros.
Conozco
a las mías y las mías me conocen. No se trata de un conocimiento a través de
los sentidos o de la razón. En el AT el conocimiento y el amor van siempre
juntos. Ese conocimiento mutuo es una relación íntima, por la participación
del Espíritu. Esta reciprocidad nos lanza a años luz de la simple imagen de
oveja y pastor. Este mutuo conocimiento-amor lo compara con el que existe
entre Jesús y el Padre. La comunidad de Jesús no es una filiación externa, sino
una experiencia-vivencia de amor.
Tengo
otras ovejas que no son de este atrio. Sitúa Juan su evangelio en el amplio
contexto de la creación. De ahí deduce la visión universalista de la misión de
Jesús. Los supuestos privilegios del pueblo de Israel desaparecen. Ya en el
prólogo habla de la “luz que ilumina a todo hombre”. Nada que ver con creernos
elegidos o pensar en un Dios propiedad exclusiva nuestra. Todas las religiones
han caído en esa trampa; la nuestra ha sido la más exagerada en esa
reivindicación de una exclusividad de Dios.
Un
solo rebaño, un solo pastor. La ausencia de conjunción "y" o
preposición "con" entre los dos términos, indica que la relación
entre Jesús y el rebaño no es de yuxtaposición ni de compañía. Jesús, como
fuente de Vida, es el aglutinante que constituye la comunidad como tal. No
puede ser encerrada en institución alguna. Su base es la naturaleza del hombre
acabado por el Espíritu que da cohesión interior. Jesús no ha creado un corral
donde meter sus ovejas; todos los hombres forman parte de su rebaño.
El
dar Vida empalma con el tiempo de Pascua, porque la experiencia pascual es que
Jesús les comunica Vida. Nosotros tenemos la posibilidad de hacer nuestra esa
Vida. Se trata de la misma Vida de Dios. "El Padre que vive me ha enviado
y yo vivo por el Padre; del mismo modo el que me come vivirá por mí". El
que me come, quiere decir el que me hace suyo, el que se identifica con mi
manera de ser, de pensar, de actuar, de vivir. Si Jesús es pan de Vida, no es
porque lo comemos sino porque nos dejarnos comer.
En
la medida que cada uno de nosotros hayamos hecho nuestra esa Vida, estaremos
dispuestos a desvivirnos por los demás. El salir de sí mismo e ir a los demás
para potenciar sus Vidas no depende de las circunstancias; es un movimiento que
tiene su origen en esa misma Vida. El amor que nos pidió Jesús está reñido con
cualquier clase de acepción de personas. No estamos acostumbrados a tener este
detalle en cuenta, y así creemos que es amor lo que no es más que recíproco
interés o simpatía visceral.
Meditación-contemplación
“Yo doy mi vida por las ovejas”.
No se trata de dar la vida muriendo,
sino de poner toda tu vida al servicio de los demás.
Solo lo que se da, se gana.
Todo lo que se guarda, se pierde.
Fray Marcos
Fuente: http://feadulta.com/
No hay comentarios.:
Publicar un comentario