Evangelio
según san
Mateo 1, 18-24
Cristo vino al mundo de la siguiente manera: Estando
María, su madre, desposada con José, y antes de que vivieran juntos, sucedió
que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo. José, su
esposo, que era hombre justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó
dejarla en secreto.
Mientras pensaba en estas cosas, un ángel del Señor le dijo
en sueños: “José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a
María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a
luz un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su
pueblo de sus pecados”.
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el
Señor por boca del profeta Isaías: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz
un hijo, a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir
Dios-con-nosotros.
Cuando José despertó de aquel sueño, hizo lo que le había mandado
el ángel del Señor y recibió a su esposa.
Para
profundizar:
“ ”
Hermann
Rodríguez Osorio, S.J.
LE PONDRÁS POR NOMBRE JESÚS
José Antonio Pagola
Entre los hebreos no
se le ponía al recién nacido un nombre cualquiera, de forma arbitraria, pues el
«nombre», como en casi todas las culturas antiguas, indica el ser de la
persona, su verdadera identidad, lo que se espera de ella.
Por eso el
evangelista Mateo tiene tanto interés en explicar desde el comienzo a sus
lectores el significado profundo del nombre de quien va a ser el protagonista
de su relato. El «nombre» de ese niño que todavía no ha nacido es «Jesús», que
significa «Dios salva». Se llamará así porque «salvará a su pueblo de los
pecados».
En el año 70,
Vespasiano, designado como nuevo emperador mientras estaba sofocando la
rebelión judía, marcha hacia Roma, donde es recibido y aclamado con dos
nombres: «Salvador» y «Benefactor». El evangelista Mateo quiere dejar las cosas
claras. El «salvador» que necesita el mundo no es Vespasiano, sino Jesús.
La salvación no nos
llegará de ningún emperador ni de ninguna victoria de un pueblo sobre otro. La
humanidad necesita ser salvada del mal, de las injusticias y de la violencia;
necesita ser perdonada y reorientada hacia una vida más digna del ser humano.
Esta es la salvación que se nos ofrece en Jesús.
Mateo le asigna
además otro nombre: «Emmanuel». Sabe que nadie ha sido llamado así a lo largo
de la historia. Es un nombre chocante, absolutamente nuevo, que significa «Dios
con nosotros». Un nombre que le atribuimos a Jesús los que creemos que, en él y
desde él, Dios nos acompaña, nos bendice y nos salva.
Las primeras
generaciones cristianas llevaban el nombre de Jesús grabado en su corazón. Lo
repetían una y otra vez. Se bautizaban en su nombre, se reunían a orar en su
nombre. Para Mateo, el nombre de Jesús es una síntesis de su fe. Para Pablo,
nada hay más grande. Según uno de los primeros himnos cristianos, «ante el
nombre de Jesús se ha de doblar toda rodilla» (Filipenses 2,10).
Después de veinte
siglos, los cristianos hemos de aprender a pronunciar el nombre de Jesús de
manera nueva: con cariño y amor, con fe renovada y en actitud de conversión.
Con su nombre en nuestros labios y en nuestro corazón podemos vivir y morir con
esperanza.
LO DIVINO ESTÁ SIEMPRE AHÍ PERO NO SE
PERCIBE
Fray Marcos
Los relatos “de la
infancia” de Mateo y Lucas no son crónicas de sucesos, son teología narrativa.
Ni Marcos ni Juan saben nada de esas historias. La fuente Q tampoco. Los
relatos de Mt y Lc coinciden en lo esencial, en los detalles, no se parecen
casi en nada.
El interés por Jesús
empezó con su vida pública. Al nacer nada extraordinario sucedió. Hablar de
esas maravillas fue una necesidad de comunicación, para hacer creíble lo que
habían descubierto en Jesús. Lo hicieron tomando ejemplo de otros personajes
famosos.
En todas las
culturas se ha intentado explicar la grandeza de un personaje contando
historias sobre su nacimiento. De más de cuarenta personajes anteriores, se
dice, que han nacido de madre virgen. En todos los casos, se incluyen el
anuncio de su concepción.
Solo después de la
experiencia pascual, se intentó explicar quién era Jesús con relatos que iban
más allá de lo que se podía percibir por los sentidos. El modo en que lo
hicieron era lo lógico para ellos. Ni se engañaban ni quisieron engañar. Nos
engañamos nosotros al entender literalmente el texto, dando al relato un
sentido distinto al que ellos le dieron.
“María estaba
desposada con José”. El matrimonio,
constaba de dos partes: el contrato y la boda. Lo importante era el contrato.
En la boda se celebraba la acogida de la esposa en la casa familiar del novio.
María y José estaban formalmente casados. El anuncio y el encargo de poner el
nombre se hace a José. En Lc se hace a María.
“Antes de vivir
juntos”. Todo lo que es y significa
Jesús, es obra del Espíritu. El pensar que Dios garantiza su presencia en Jesús
por vía biológica es una monstruosidad. Dios no puede manipular el material
genético. Dios no tiene actos puntuales. En Dios ser y actuar son lo mismo.
Dios en Jesús, se manifiesta en lo más profundo de lo humano, no fuera.
“Por obra del
Espíritu Santo”. Lc habla del
Espíritu sin artículo. Al ponerle artículo, nos empujan a entenderlo mal.
“Pneumatos Agiou”, hace referencia a Dios Espíritu. Sería: “por obra de la
fuerza de Dios”. “Agiou” tampoco coincide con nuestro concepto de santo;
significa, más bien, separado, incontaminado, distinto, y además separador y
purificador.
José, su esposo que
era bueno.” José es el centro del relato.
Ni la palabra “bueno”, ni la de “justo”, traducen la riqueza del término
griego. Significaría un israelita auténtico, temeroso de Dios y cumplidor de la
Ley. Manifiesta el conflicto vivido entre el judaísmo fiel al AT y la nueva
comunidad. Recibir a María invita aceptar lo nuevo que Dios ofrece.
“El ángel del Señor”, no es una naturaleza angélica como lo concebimos
nosotros, sino la presencia misteriosa del mismo Dios. Es Dios mismo el que
hace la invitación a dar el salto. Los judíos pueden sentirse seguros al
abandonar el AT. “En sueño”, es la manera de dirigirse Dios a los
hombres en todo el AT. “Hijo de David”, deja clara la pertenencia
al pueblo judío. Se trata de deshacer toda prevención por parte de los judíos.
“Tú le pondrás por
nombre Jesús”. El nombre es
resumen de lo que va a ser una persona. La imposición de ese nombre va a
depender de otro hombre, José. En el relato de Lucas el nombre se lo revela a
María el ángel y ella será quien se lo imponga.
“Para que se
cumpliera la Escritura”. Isaías usa
‘almâ’, que significa joven, fue traducida al griego por “párthenos” que
significa (célibe, soltera, doncella, virgen). En hebreo hay una
palabra (betûâ) que significa virgen, pero no fue la usada. Se refiere a la
joven esposa del rey Acaz al tener su primer hijo que iba a suponer la
salvación del reino.
“Dios-con-nosotros”. La ausencia de Dios fue la causa de todos los males
para Judá. Su presencia garantizaba que las cosas iban a ir bien. Jesús no será
un enviado más de Dios. No podía tener padre humano, porque sería a quien tenía
que imitar. Su modelo será exclusivamente Dios. Será Hijo porque en todo
imitará al Padre.

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