jueves, 18 de septiembre de 2025

Domingo XXV de Tiempo Ordinario – (Reflexión)

 Domingo XXV de Tiempo Ordinario Ciclo C (Lucas 16, 1-13) – septiembre 21, 2025 
Amos 8, 4-7 / Salmo 112 / 1 Timoteo 2, 1-8



Este domingo, la Palabra nos recuerda como estamos llamados a ser buenos administradores, para ser personas de bien, constructoras de de una comunidad fraterna.

Evangelio según san Lucas 16, 1-13

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Había una vez un hombre rico que tenía un administrador, el cual fue acusado ante él de haberle malgastado sus bienes. Lo llamó y le dijo: «¿Es cierto lo que me han dicho de ti? Dame cuenta de tu trabajo, porque en adelante ya no serás administrador».

Entonces el administrador se puso a pensar: «¿Qué voy a hacer ahora que me quitan el trabajo? No tengo fuerzas para trabajar la tierra y me da vergüenza pedir limosna. Ya sé lo que voy a hacer, para tener a alguien que me reciba en su casa, cuando me despidan».

Entonces fue llamando uno por uno a los deudores de su amo. Al primero le preguntó: «¿Cuánto le debes a mi amo?» El hombre respondió: «Cien barriles de aceite». El administrador le dijo: «Toma tu recibo, date prisa y haz otro por cincuenta». Luego preguntó al siguiente: «Y tú, ¿cuánto debes?» Este respondió: «Cien sacos de trigo». El administrador le dijo: «Toma tu recibo y haz otro por ochenta».

El amo tuvo que reconocer que su mal administrador había procedido con habilidad. Pues los que pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios que los que pertenecen a la luz.
Y yo les digo: Con el dinero, tan lleno de injusticias, gánense amigos que, cuando ustedes mueran, los reciban en el cielo.

El que es fiel en las cosas pequeñas, también es fiel en las grandes; y el que es infiel en las cosas pequeñas, también es infiel en las grandes. Si ustedes no son fieles administradores del dinero, tan lleno de injusticias, ¿quién les confiará los bienes verdaderos? Y si no han sido fieles en lo que no es de ustedes, ¿quién les confiará lo que sí es de ustedes? No hay criado que pueda servir a dos amos, pues odiará a uno y amará al otro, o se apegará al primero y despreciará al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero”.

Reflexión:

¿Cómo y para qué, administro mis dones?

Como creyentes, es necesario primero, que reconozcamos que todo lo que hemos recibido es gracia y don de parte de Dios: la vida, los talentos y habilidades, las cuales tenemos que cultivar, cuidar y desarrollar, y con ellas darle gloria a Dios.

San Irineo dijo, “la gloria de Dios, es que el hombre viva”, y en efecto todo lo que nos enseña la Palabra es para que aprendamos a vivir y a colaborar a con él, para que todos, tengamos una vida que valga la pena vivir.

La primera lectura, nos advierte como evitar “hacer mal uso de nuestras capacidades”, para aprovecharnos, engañando y explotando a los más débiles, para enriquecernos y acumular bienes, solo para nosotros (cfr. Amos 8, 4-7), siendo precisamente lo contario, lo Dios desea que hagamos: que usemos nuestras habilidades para ponerlas al servicio y echar una mano a los menos favorecidos, para que también puedan tener una mejor vida y crecer.

De igual manera, en la segunda lectura, san Pablo como tenemos que orar y pedir, para quienes gobiernan las ciudades, estados y países, lo hagan “para que podamos llevar una vida tranquila y en paz, entregada a Dios y respetable en todo sentido”, “libres de odios y divisiones”, en lugar de que engañen, traiciones y roben a las comunidades. Los dones y habilidades de ser líder (que son riquezas también), habrán de ser puestas al servicio de la gente, no al revés, servirse de la gente, para beneficio propio del líder y/o su grupo. Esto, muy vigente en nuestro tiempo y país.

Finalmente, el evangelio nos previene que el mal, es muy astuto, nos engaña y nos hace creer que “siendo hábiles en cosas del mundo” (egoístas, ambiciosos, tranzas…); al contrario, estamos llamados a poner en juego, todos los dones recibidos de parte de Él, para lo que vale la pena en esta vida: ser y hacer el bien.

Dones, habilidades, conocimiento y dinero, son medio para alcanzar la gloria: reflejar la imagen de Dios, en lo que somos y hacemos.

¿Qué tan buen administrador soy, de lo que he recibido?... ¿Cómo aprovecho mis dones, para hacer de este mundo, uno mejor?... ¿Cómo evitar buscar los bienes, pisando a los demás ?

 

Alfredo Aguilar Pelayo 
#RecursosParaVivirMejor 

Columna publicada en: https://bit.ly/RBNenElHeraldoSLP

Para profundizar: https://tinyurl.com/BN-25C-250921

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