Evangelio según
san Juan 6,
12-15
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Aún tengo muchas cosas que
decirles, pero todavía no las pueden comprender. Pero cuando venga el Espíritu
de la verdad, él los irá guiando hasta la verdad plena, porque no hablará por
su cuenta, sino que dirá lo que haya oído y les anunciará las cosas que van a
suceder. El me glorificará, porque primero recibirá de mí lo que les vaya
comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho que tomará de
lo mío y se lo comunicará a ustedes".
Reflexión:
¿Un Dios, tres Personas?
De niño, en el catecismo me enseñaron que la Santísima Trinidad
eran “tres personas divinas y un solo Dios verdadero”, que era un “misterio
que no se podía comprender” … y sin cuestionar nada, crecí con ese dogma,
para bien o para mal…
En cuanto he ido creciendo, más que en tamaño o edad, en espiritualidad,
esto es, en “conocimiento interno del Señor Jesús”, he ido comprendiendo
poco a poco, quienes son las “tres personas dividas” y como el “misterio”,
lo que no podemos conocer por la naturaleza misma de las cosas, se ha ido transformado
en experiencia de quien es la Trinidad.
En palabras de San Pablo, tenemos que dejar de ser “niños en
Cristo” (cfr. 1 Cor 3,3), he ir creciendo: "cuando era niño,
hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; pero cuando ya fui
hombre, dejé lo que era de niño" (1 Cor 13,11) para así, poder llegar
a "unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, a la
condición de un hombre maduro" (Ef 4, 13)… lo que nos permite a
cada uno de nosotros, crecer en la fe, a través del conocimiento de Dios Padre,
por las enseñanzas de Jesús y la sabiduría del Espíritu Santo.
San Agustín, decía sobre la Trinidad: «Aquí tenemos tres cosas: el
Amante, el Amado y el Amor»; un Padre Amante, un Hijo
Amado y el vínculo que mantiene unidos a los dos, el Espíritu Amor.
Experimentarse amado, por el Padre, que nos creó
y además, es creador de todo lo que necesitamos para vivir (cfr, Prov: 8,
22-31), quien es misericordioso con nosotros porque nos ama, por ser sus
hijos (estemos lejos de Él, o cerca, por conveniencia), es un primer paso para
comenzar a ”comprender”, desde el amor, a la primera persona de la
Trinidad: el Padre.
El Padre, quien “amó tanto al mundo, que dio a su
Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga
vida eterna” … y este Hijo, Jesús, es la segunda persona de la
Trinidad, quien se hizo hombre y entregó su vida, para revelarnos quién es el
Padre y el deseo que su amor reine entre nosotros.
A su vez, recordábamos el domingo pasado, de Pentecostés, como
Jesús (el Hijo) prometía la permanencia del Espíritu Santo, tercera
persona de la Trinidad, “mi Padre les enviará en mi nombre, les enseñará
todas las cosas y les recordará toda cuanto yo les he dicho".
En conclusión, para entender la Trinidad, a quien
recordamos hoy, tenemos tan solo que experimentar el amor del Padre,
el amor del Hijo y el amor del Espíritu Santo, podremos
vivir en nuestra vida ese amor y compartirlo con los demás, reflejando que fuimos
creados, a su imagen y semejanza.
¿Cómo
conocer cuál es la voluntad del Padre?... ¿Cómo conocer mejor a Jesús?... ¿Cómo
dejarme guiar el Espíritu Santo?...
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