El
evangelio de hoy, nuevamente habla sobre le alimento que nos da Jesús, y sobre
todo como nos compromete el recibirlo…
Evangelio según san Juan 6, 60-69
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos:
"Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida". Al
oír sus palabras, muchos discípulos de Jesús dijeron: "Este modo de hablar
es intolerable, ¿quién puede admitir eso?"
Dándose cuenta Jesús de que sus discípulos
murmuraban, les dijo: "¿Esto los escandaliza? ¿Qué sería si vieran al Hijo
del hombre subir a donde estaba antes? El Espíritu es quien da la vida; la
carne para nada aprovecha. Las palabras que les he dicho son espíritu y vida, y
a pesar de esto, algunos de ustedes no creen". (En efecto, Jesús sabía
desde el principio quiénes no creían y quién lo habría de traicionar). Después
añadió: "Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no
se lo concede".
Desde entonces, muchos de sus discípulos se
echaron para atrás y ya no querían andar con Él. Entonces Jesús les dijo a los
Doce: "¿También ustedes quieren dejarme?" Simón Pedro le respondió:
"Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna; y nosotros
creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios".
Reflexión:
¿Cómo aceptar las exigencias de Jesús?
La liturgia de hoy nos pone a reflexionar sobre la relación entre,
como lo que alimenta (mi espíritu) me lleva a tener un compromiso con Dios, con
los demás y conmigo mismo. Alimentarme de la Palabra, lo que dice Jesús
de su Padre, de las experiencias de profetas y de los seguidores de Jesús, nos
transforma y lleva ser reflejo de su amor, por cada uno y toda su creación.
Cada texto nos reta e interpela, para confrontar nuestro
compromiso con el reinado del amor y la fraternidad en nuestro
mundo, en la comunidad, en la familia y en cada uno de nosotros.
La carta a los Efesios nos recuerda como debería ser toda
relación interpersonal, aunque si bien habla de las parejas, nos está hablando hoy,
a toda mujer y hombre, para que nuestras relaciones sean a la imagen de Dios y vivamos
el amor de manera generosa y desinteresada:
- “Respétense unos a otros” … ¡el
respeto es básico en toda relación interpersonal!
- “amen al otro, como si fueran ustedes mismos” … (cfr.
Mt 22,37-39)
- “vivan en unidad” … (cfr. Jn 17, 21-23)
- “Como Cristo ama a la Iglesia” … que es el pueblo
de Dios (todos y cada uno de nosotros).
Sí lo anterior, como decía, es una exigencia personal, que a veces
no entendemos, o no queremos entender, porque nos saca de nuestro egoísmo y comodidad; de igual manera a los judíos del tiempo de Jesús (y hoy
a nosotros), les parecía “intolerante” que dijera Jesús, "Mi carne es verdadera comida y mi sangre
es verdadera bebida",
implicando que, Él mismo es alimento (espiritual), y su sangre signo de
ofrenda (que nos salva), podemos rechazar creer en Él, dejar de
seguirlo, “tirar la toalla” (rendirnos, dejar de esforzarnos,… porque seguirlo
es comprometernos, entregarnos, dar la vida… como Él nos enseña.
Necesitamos, por lo tanto, conocer, asimilar, aceptar y
sintonizarnos con Jesús, recibiendo su alimento: Palabra (al
escuchar y reflexionar sus enseñanzas) y Cuerpo y Sangre (al
comulgar) en la Eucariastía.
¿Qué me asusta e incomoda del mensaje de Jesús?... ¿Cuándo no
entiendo a Jesús, también lo quiero dejar de seguir? ... ¿Cómo avivar el deseo
de entender, seguir y servir al Señor?
PD. Pedimos sus oraciones
por los próximos Ejercicios Espirituales Ignacianos en la Vida Ordinaria (de
35 semanas) que comenzaremos tanto presenciales en la parroquia María Madre
de la Divida Gracia, como a distancia. Informes y registro: http://bit.ly/ejerciciosOL
Para profundizar, leer
aquí.
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