Domingo X de tiempo Ordinario – Ciclo B (Marcos 3, 20-35) – 6 de junio de 2021
#microhomilía
Autos, ropa, casa, gestos,
son cosas que vemos y constituyen ante nuestra mirada apariencias. Hoy San
Pablo nos recuerda que todas las apariencias tienen un carácter transitorio,
así como aparecen, desaparecen. Nosotros buscamos y procuramos lo que no se ve,
eso que es eterno, por ejemplo el amor.
El amor de Dios, es de esos amores eternos. Cuando nos sentimos
avergonzados y nos envuelve el miedo nos escondemos, tratamos ocultarnos de
Dios, pero Dios tiene la iniciativa de buscarnos, "¿Dónde estás?" y
se queda aguardando nuestra respuesta, nuestros regreso.
Sabernos vinculados al
amor de Dios nos vuelve valientes "no nos acobardamos", y nos hace
sabernos llamados, como sus hijas e hijos a cumplir su voluntad, una voluntad
que cada quien tiene que descubrir en sus circunstancias, pero que siempre tiene
que ver con restablecer vínculos rotos y constituirnos una gran familia con
vida digna y en abundancia.
Escuchemos pues, eeste
domingo al Señor preguntarnos con nuestros nombre: ¿Dónde estás?, y
respondamos. Comencemos a discernir, encontrar y cumplir su voluntad, aquí en
dónde andamos. #felizdomingo
¿QUÉ ES MÁS SANO?”
José Antonio Pagola
La cultura moderna exalta
el valor de la salud física y mental, y dedica toda clase de esfuerzos para
prevenir y combatir las enfermedades. Pero, al mismo tiempo, estamos
construyendo entre todos una sociedad donde no es fácil vivir de modo sano.
Nunca ha estado la vida tan amenazada por el desequilibrio
ecológico, la contaminación, el estrés o la depresión. Por otra parte, venimos
fomentando un estilo de vida donde la falta de sentido, la carencia de valores,
un cierto tipo de consumismo, la trivialización del sexo, la incomunicación y
tantas otras frustraciones impiden a las personas crecer de manera sana.
Ya S. Freud, en su obra El malestar en la cultura, consideró
la posibilidad de que una sociedad esté enferma en su conjunto y pueda padecer
neurosis colectivas de las que tal vez pocos individuos sean conscientes. Puede
incluso suceder que dentro de una sociedad enferma se considere precisamente enfermos
a aquellos que están más sanos.
Algo de esto sucede con Jesús, de quien sus familiares piensan
que «no
está en sus cabales», mientras los letrados venidos de Jerusalén
consideran que «tiene dentro a Belzebú».
En cualquier caso, hemos de afirmar que una sociedad es sana en
la medida en que favorece el desarrollo sano de las personas. Cuando, por el
contrario, las conduce a su vaciamiento interior, la fragmentación, la
cosificación o disolución como seres humanos, hemos de decir que esa sociedad
es, al menos en parte, patógena.
Por eso hemos de ser lo suficientemente lúcidos como para
preguntarnos si no estamos cayendo en neurosis colectivas y conductas poco
sanas sin apenas ser conscientes de ello.
¿Qué es más sano, dejarnos arrastrar por una vida de confort,
comodidad y exceso que aletarga el espíritu y disminuye la creatividad de las
personas o vivir de modo sobrio y moderado, sin caer en «la patología de la
abundancia»?
¿Qué es más sano, seguir funcionando como «objetos» que giran
por la vida sin sentido, reduciéndola a un «sistema de deseos y
satisfacciones», o construir la existencia día a día dándole un sentido último
desde la fe? No olvidemos que Carl G. Jung se atrevió a considerar la neurosis
como «el sufrimiento del alma que no ha encontrado su sentido».
¿Qué es más sano, llenar la vida de cosas, productos de moda,
vestidos, bebidas, revistas y televisión o cuidar las necesidades más hondas y
entrañables del ser humano en la relación de la pareja, en el hogar y en la
convivencia social?
¿Qué es más sano, reprimir la dimensión religiosa vaciando de
trascendencia nuestra vida o vivir desde una actitud de confianza en ese Dios
«amigo de la vida» que solo quiere y busca la plenitud del ser humano?
Fuente: “Grupos
de Jesús”
No hay comentarios.:
Publicar un comentario