jueves, 13 de noviembre de 2025

XXXIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO –C– (Reflexión)

 XXXIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO  C noviembre 16, 2025 
Malaquías 3, 19-20 / Salmo 97 / 2 Tesalonicenses 3, 7-12

En este penúltimo domingo del año litúrgico – Ciclo C – escuchamos palabras fuertes que, por una parte nos pueden asustar, pero por otra, nos ayudarán a crecer y confiar que el Señor, quien siempre está con nosotros.

Evangelio según san Lucas 21, 5-19

En aquel tiempo, como algunos ponderaban la solidez de la construcción del templo y la belleza de las ofrendas votivas que lo adornaban, Jesús dijo: “Días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra de todo esto que están admirando; todo será destruido”.

Entonces le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo va a ocurrir esto y cuál será la señal de que ya está a punto de suceder?” Él les respondió: “Cuídense de que nadie los engañe, porque muchos vendrán usurpando mi nombre y dirán: ‘Yo soy el Mesías. El tiempo ha llegado’. Pero no les hagan caso. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones, que no los domine el pánico, porque eso tiene que acontecer, pero todavía no es el fin”.

Luego les dijo: “Se levantará una nación contra otra y un reino contra otro. En diferentes lugares habrá grandes terremotos, epidemias y hambre, y aparecerán en el cielo señales prodigiosas y terribles.

Pero antes de todo esto los perseguirán a ustedes y los apresarán; los llevarán a los tribunales y a la cárcel, y los harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Con esto darán testimonio de mí.

Grábense bien que no tienen que preparar de antemano su defensa, porque yo les daré palabras sabias, a las que no podrá resistir ni contradecir ningún adversario de ustedes.

Los traicionarán hasta sus propios padres, hermanos, parientes y amigos. Matarán a algunos de ustedes y todos los odiarán por causa mía. Sin embargo, ni un cabello de su cabeza perecerá. Si se mantienen firmes, conseguirán la vida”.

Reflexión:

¿Me atrevo a seguir a Jesús?

El evangelio de hoy nos habla en términos escatológicos, palabra que viene del griego éschatos (ἔσχατος), y que significa “último” o “final” y que se refiere a las realidades últimas: el destino final del ser humano y del mundo según la fe; y que para nosotros los cristianos, significa que caminamos hacia esa meta final: la unión plena con Dios.

En este pasaje evangélico, nos recuerda cuál es nuestro fin último y que Jesús es nuestro salvador; así como lo que tenemos que enfrentar cuando somos sus seguidores: (a) las luchas internas que experimentamos en esta vida terrena, (b) enfrentamientos y persecuciones, por ser discípulos y testigos de Jesús y (c) como siempre contamos con Él y su sabiduría, de nuestro lado, con para hacer frente a lo anterior… ¡y poder alcanzar la vida plena prometida!

Seguimos siendo atacados, en este tiempo, por las “fuerzas del mal”, los “falsos mesías”, que se siguen ostentan como “salvadores” y nos engañan, con palabras huecas, mentiras y falsedades; con obras “faraónicas”, que tienen como intención seducirnos, hacernos soñar, para dominarnos, someternos y alejarnos del plan de Dios. Quienes son guiados por el mal, son sagaces, astutos, prepotentes y soberbios al ejecutar sus planes (cfr. Mal 3, 19-20): cuidado, también podemos ser uno de ellos, si caemos en sus redes…Padre, ¡líbranos del mal!

Así que, no hay que ser ingenuos, ni creer ciegamente; tenemos que aprender a discernir, es decir separar, lo bueno de lo malo, a diferenciar la mentira de lo veraz. En la espiritualidad ignaciana, San Ignacio, representa esta dualidad en la meditación de las dos banderas: (i) la del mal espíritu, que nos seduce y engaña, a través de la avaricia, el honor y el poder, para alcanzar su fin y (ii) y la otra bandeara, la del buen espíritu, la de Jesús, que nos lleva a la salvación, por el camino de la pobreza, que es libertad interior y confianza en Dios; oprobios y desprecios, incomprensión y rechazo, por seguir a Cristo; y humildad, reconociendo que todo bien, viene de Dios. El seguimiento a Jesús, bajo su bandera y con su ayuda, nos conducirá hacia la meta definitiva: salvar nuestra alma y gozar la vida eterna. Tenemos que elegir, tenemos que esforzarnos, sabiendo que no estamos solos.

¿De qué medios se valen, quienes quieren engañarnos?... ¿Cómo evitar ser ingenuos y manipulados?... ¿Qué retos enfrento para ser testigo de Jesús?

 

Alfredo Aguilar Pelayo 
#RecursosParaVivirMejor 

 

Columna publicada en: https://bit.ly/RBNenElHeraldoSLP 

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