jueves, 24 de abril de 2025

II DOMINGO DE PASCUA - DIVINA MISERICORDIA – Ciclo C

 

II DOMINGO DE PASCUA

DIVINA MISERICORDIA Ciclo C (Juan 20,19- 31) – abril 27, 2025 
Hechos 5, 12-16; Salmo 117; Apocalipsis 1,9-11.12-13. 17-19



En este tiempo de Pascua, que va del domingo de Resurrección, al domingo de Pentecostés (50 días) estaremos recordando como las primeras comunidades cristianas se fueron multiplicando, al reconocer y compartir la resurrección de Jesús, nuestro Mesías.

Evangelio según san Juan 20,19- 31

Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús: "La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo". Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; ya los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar".
Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor". Pero él les contestó: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré".
Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Luego le dijo a Tomás: "Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree". Tomás le respondió: "¡Señor mío y Dios mío!". Jesús añadió: "Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto". Otros muchos signos hizo Jesús en presencia de sus discípulos, pero no están escritos en este libro. Se escribieron éstos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre. 

Reflexión:

¿Cómo creer en el Resucitado?

Comenzamos el paso lunes de la Octava de Pascua, con la noticia del fallecimiento del Papa Francisco, quien todavía el pasado Domingo de Resurrección, visiblemente debilitado y en silla de ruedas, se asomó al balcón de la Basílica de San Pedro para saludar brevemente a los fieles congregados en la Plaza. Con voz suave, expresó: "Queridos hermanos y hermanas, feliz Pascua. El maestro de la ceremonia os leerá el mensaje"… en el cual,

“proclama con gozo la resurrección de Jesús, como el fundamento de la esperanza verdadera. A través del triunfo del amor sobre el odio y del perdón sobre la venganza, recuerda que el mal sigue presente, pero ya no tiene el dominio definitivo gracias a la misericordia divina, sobre quienes acogen la gracia de la Resurrección. Los temas principales del mensaje fueron:

Llamado a los que sufren: Palabras de consuelo a quienes viven dolor, soledad y angustia. Asegurando que Dios recoge incluso las lágrimas más silenciosas y ofrece una esperanza comprometida, que impulsa a ser “peregrinos de esperanza”.

Defensa de la vida: Subrayando que toda vida es preciosa: desde el no nacido hasta el anciano o el marginado, condenando la cultura del descarte y la violencia contra los más vulnerables.

Llamado a la paz mundial: El Papa clama por el fin de los conflictos en Tierra Santa, Gaza, Ucrania, Siria, Líbano, Yemen, el Sahel, el Cuerno de África y otros lugares, apelando al cese del fuego, la liberación de rehenes y la reconciliación entre los pueblos.

Unidad entre cristianos: Celebra que este año católicos y ortodoxos celebran la Pascua en la misma fecha, e invoca la luz del Santo Sepulcro como símbolo de unidad y paz.

Condiciones para la paz: Afirma que no puede haber paz sin libertad religiosa ni sin un verdadero desarme. Critica la carrera armamentista y llama a la solidaridad y al desarrollo humano integral.

Destacando las siguientes frases del mensaje: “El amor venció al odio. La luz venció a las tinieblas”, “La esperanza no defrauda. Spes non confundit.” y “La Pascua es la fiesta de la vida. Dios nos ha creado para la vida y quiere que la humanidad resucite”.“ (cfr. MENSAJE «URBI ET ORBI»
DEL SANTO PADRE FRANCISCO, PASCUA 2025
)

 

Con este mensaje, el Papa Francisco, nos confirma el sentido de la Pascua, y como lo que Jesús Resucitado dijo a los apóstoles, nos lo dice hoy a cada uno de nosotros: "La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo".

¿A dónde soy enviado a dar testimonio del Resucitado?... ¿Dónde y a quién puedo tender una mano, para sanarlo, levantarlo? ... ¿Cómo contribuir a la paz en mi entorno?

 

Alfredo Aguilar Pelayo 
#RecursosParaVivirMejor 

 

Columna publicada en: https://bit.ly/RBNenElHeraldoSLP 

II DOMINGO DE PASCUA - DIVINA MISERICORDIA – Ciclo C

 
II DOMINGO DE PASCUA
DIVINA MISERICORDIA Ciclo C (Juan 20,19- 31) – abril 27, 2025 
Hechos 5, 12-16; Salmo 117; Apocalipsis 1,9-11.12-13. 17-19

 

Evangelio según san Juan 20,19- 31

Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús: "La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo". Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; ya los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar".

Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor". Pero él les contestó: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré".

Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Luego le dijo a Tomás: "Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree". Tomás le respondió: "¡Señor mío y Dios mío!". Jesús añadió: "Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto". Otros muchos signos hizo Jesús en presencia de sus discípulos, pero no están escritos en este libro. Se escribieron éstos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre. 

Reflexiones Buena Nueva

#Microhomilia 

"Estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo." El miedo nos hace cerrar las puertas, nos deja inmóviles; quedamos atrapados y solos. Pero ahí, como entonces, entra el Resucitado, se pone en medio de nosotros, desplaza todo lo que no debe estar al centro, nos da la paz; nos muestra las manos y costado, la resurrección no le ha borrado las heridas, así, a nosotros también heridos nos vuelve la esperanza, la alegría y la paz. 

El Resucitado no nos deja estáticos, nos envía, sopla, nos da el Espíritu Santo y nos envía a perdonar. El rencor como el miedo atrapa, por eso la primera misión es a reconciliar.

Los cristianos somos hombres y mujeres heridos, pero valientes, porque el Resucitado ha irrumpido en nuestros "encierros", nos ha devuelto la alegría y la paz, nos ha enviado a reconciliar. 

¿Tienes miedos, de esos que encierran? Siente en esta Pascua la invitación concreta del Resucitado, que entra en tu encierro, te habla y te regala su paz. 

#FelizDomingo #pascua 

“Si no veo en sus manos las heridas (...) no lo podré creer” 

 Monseñor Francisco Múnera, arzobispo de Cartagena de Indias y antiguo obispo de San Vicente del Caguán, contó alguna vez que durante los años en que el gobierno colombiano despejó una inmensa zona del país para favorecer el diálogo con la guerrilla, vivió una de las grandes enseñanzas de su vida. Iba saliendo de San Vicente del Caguán, cuando lo detuvo un grupo de guerrilleros para hacer una requisa del vehículo e identificar a los que viajaban con él. Mientras lo interrogaban, uno de los guerrilleros se le acercó y le preguntó: «Sabe usted, padre, ¿qué es lo único que hay en el cielo hecho por manos humanas?» Monseñor Múnera no supo responder. Quedó con la pregunta clavada en su alma durante todo el tiempo que duró el retén guerrillero. Ya a punto de reemprender el camino, el guerrillero se le acercó al obispo y le dijo al oído: «Lo único que hay en el cielo hecho por manos humanas son las heridas de Nuestro Señor Jesucristo. Eso debería saberlo usted que ha estudiado tanto, padrecito».

Las heridas de Nuestro Señor Jesucristo, lo único que hay en el cielo hecho por manos humanas, según este joven guerrillero, fue lo que Tomás exigió ver antes de doblegar su terquedad ante la evidencia de la experiencia de la resurrección de sus hermanos. “Si no veo en sus manos las heridas de los clavos, y si no meto mi dedo en ellas y mi mano en su costado, no lo podré creer”. Eso parece que tenían en mente los realizadores de la película sobre la Pasión de Jesucristo. Aun cuando se ha señalado que ha sido hecha ajustándose a los evangelios mismos, encuentro que la mirada que se dé a una realidad, determina lo que se quiere acentuar en una experiencia. Es decir, considero que la mirada de los realizadores de esta película, que guían y determinan nuestra propia mirada sobre la vida y la Pasión del Señor, enfocan elementos que modifican los relatos que conocemos por los cuatro evangelios.

La pregunta que cabe hacer a la película en mención es si la atención a las heridas, a la flagelación –recogida con tanto detalle–, a los infinitos golpes que recibe el Señor, siendo reales e incuestionables, no son objeto de una exagerada atención. En cambio, el resto de la vida de Jesús, que aparece sólo en cortos recuerdos a lo largo del Camino de la Cruz, queda desdibujada y perdida en los recuerdos difuminados de un condenado a muerte. No parece suficiente el contraste entre lo uno y lo otro. Los evangelistas no se quedan en la Pasión del Señor... No se quedan en las heridas del Señor... Los evangelios contextualizan y enmarcan la Pasión en una historia de vida que no puede ser olvidada ni puesta en un segundo plano.

Cuando San Ignacio de Loyola, habla de la resurrección, en sus Ejercicios Espirituales, dice que en ella “la divinidad aparece y se muestra ahora tan milagrosamente en la santísima resurrección, por los verdaderos y santísimos efectos de ella”. Es decir, que la resurrección, es perceptible por sus efectos en la vida de las personas. La pregunta que nos puede ayudar a vivir esta Pascua resucitada este año es si nuestras vidas muestran sólo las heridas del Señor, o son también manifestación de su resurrección gloriosa a través de los efectos que produce. La vida de Jesús no fue sólo herida, también fue una interminable lista de obras de misericordia que fue repartiendo entre todos los que se cruzaban en su camino. La vida entera de Jesús hace parte de lo que Dios quiso decirnos en la persona de su amado Hijo. Eso también hace parte de lo que está en el cielo, hecho por manos humanas.

ABRIR LAS PUERTAS 

El evangelio de Juan describe con trazos oscuros la situación de la comunidad cristiana cuando en su centro falta Cristo resucitado. Sin su presencia viva, la Iglesia se convierte en un grupo de hombres y mujeres que viven «en una casa con las puertas cerradas, por miedo a los judíos».

Con las «puertas cerradas» no se puede escuchar lo que sucede fuera. No es posible captar la acción del Espíritu en el mundo. No se abren espacios de encuentro y diálogo con nadie. Se apaga la confianza en el ser humano y crecen los recelos y prejuicios. Pero una Iglesia sin capacidad de dialogar es una tragedia, pues los seguidores de Jesús estamos llamados a actualizar hoy el eterno diálogo de Dios con el ser humano.

El «miedo» puede paralizar la evangelización y bloquear nuestras mejores energías. El miedo nos lleva a rechazar y condenar. Con miedo no es posible amar al mundo. Pero, si no lo amamos, no lo estamos mirando como lo mira Dios. Y, si no lo miramos con los ojos de Dios, ¿cómo comunicaremos su Buena Noticia?

Si vivimos con las puertas cerradas, ¿quién dejará el redil para buscar las ovejas perdidas? ¿Quién se atreverá a tocar a algún leproso excluido? ¿Quién se sentará a la mesa con pecadores o prostitutas? ¿Quién se acercará a los olvidados por la religión? Los que quieran buscar al Dios de Jesús nos encontrarán con las puertas cerradas.

Nuestra primera tarea es dejar entrar al Resucitado a través de tantas barreras que levantamos para defendernos del miedo. Que Jesús ocupe el centro de nuestras iglesias, grupos y comunidades. Que solo él sea fuente de vida, de alegría y de paz. Que nadie ocupe su lugar. Que nadie se apropie de su mensaje. Que nadie imponga un estilo diferente al suyo.

Ya no tenemos el poder de otros tiempos. Sentimos la hostilidad y el rechazo en nuestro entorno. Somos frágiles. Necesitamos más que nunca abrirnos al aliento del Resucitado para acoger su Espíritu Santo.

 

A JESÚS LO DESCUBRIERON DENTRO DE ELLOS, 
PORQUE EMPEZARON A VIVIR LO QUE ÉL VIVIÓ 

Lo que los textos quieren expresar con la palabra resurrección, es la clave de todo el mensaje cristiano. Pero es algo mucho más profundo que la reanimación de un cadáver. Sin esa Vida que va más allá de la vida biológica, nada de lo que dice el evangelio tendría sentido. El relato fue la manera de trasmitir a los demás la vivencia pascual. Lo que quieren comunicar a otros es la experiencia de que seguía vivo porque ellos vivían lo que él vivió.

La cristología de la resurrección no fue ni la única ni siquiera la primera forma de expresar la experiencia que de Jesús vivo tuvieron los discípulos después de su muerte. Hay por lo menos tres cristologías que se dieron antes o al mismo tiempo que hablar de la resurrec­ción de Jesús. La primera fue Jesús juez escatoló­gico que vendría a juzgar a todos.

Otra cristología es la de Jesús taumaturgo, que manifestaba con su poder la fuerza de Dios. Para ellos los milagros eran la clave que permitía la compren­sión de Jesús. Esta cristolo­gía es muy matizada ya en los mismos evangelios; seguramente, porque, en algún momento, tuvo excesiva influencia y se quería contrarrestar el carácter de magia que tenía.

Una tercera cristología, que tampoco se expresa con el término resurrección, es la que considera a Jesús como la Sabiduría de Dios. Sería el Maestro, que, conectando con la Sabiduría preexistente, nos enseña lo necesario para llegar a Dios. También tiene un trasfondo bíblico muy claro. En el AT se habla innumerables veces de la Sabiduría.

Ninguna de ellas hace referencia a la resurrección. La experiencia pascual fue interpretada como exaltación y glorificación del humillado, tomando como modelo el AT. Estas maneras de explicar su experiencia, fueros concentrándose en la cristología pascual, que encontró en la idea de resurrección el marco más adecuado para comunicar la vivencia pascual.

Ni las apariciones ni el sepulcro vacío fueron el origen de la primitiva fe. Estos relatos se habrían elaborado poco a poco como un intento de comunicar con imágenes muy vivas y que entrarán por los ojos la experiencia pascual. Esa vivencia fue fruto de un proceso interior en el que tuvo mucho que ver la comunidad reunida, como expresan los relatos.

En Jesús, al morir, no pasó nada, pero en los discípulos se dio una transformación que les hizo cambiar la manera de entender a Jesús. Ese proceso de “iluminación” de los primeros discípulos se ha perdido. No solo sería importante para conocer lo que pasó en ellos, sino porque es ese mismo proceso el que tiene que realizarse en cada uno de nosotros.

La resurrección quiere expresar la idea de que su meta fue la Vida no la muerte. La misma Vida de Dios: Esto no supone la anulación de la “persona”, sino su máxima potenciación. Los relatos responden a un esquema judío que nos dan la clave de interpretación:

No dan ese paso alegremente, sino con dudas. Hoy la incredulidad se personaliza en Tomás. Tomás no era más incrédulo que los demás, insiste en la reticencia de uno para que quede claro lo difícil que fue a todos aceptara la nueva realidad que les desborda.

En todas las apariciones se repite un esquema muy concreto. Todo apunta a que la experiencia no es buscada, sino que se impone. a) Una situación de la vida real. b) Jesús se presenta sin esperarlo. c) Jesús les saluda. d) Hay reconocimiento e) Reciben una misión.

 


martes, 15 de abril de 2025

LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR – Ciclo C (Reflexión)

LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR Ciclo C (Lucas 24,1 - 12) – abril 20, 2025 
Hechos 10, 34.37-43 4-7; Salmo 117; Filipenses 2, 6-11

 


¡ Felicidades por la Pascua !

Hoy celebramos el triunfo de la vida sobre la muerte... para nosotros los cristianos, la Resurrección, es motivo de alegría, gozo, celebración…

Evangelio según san Lucas 24, 1-12

El primer día después del sábado, muy de mañana, llegaron las mujeres al sepulcro, llevando los perfumes que habían preparado. Encontraron que la piedra ya había sido retirada del sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Estando ellas todas desconcertadas por esto, se les presentaron dos varones con vestidos resplandecientes. Como ellas se llenaron de miedo e inclinaron el rostro a tierra, los varones les dijeron: "¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí; ha resucitado.

Recuerden que cuando estaba todavía en Galilea les dijo: 'Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores y sea crucificado y al tercer día resucite' ". Y ellas recordaron sus palabras.

Cuando regresaron del sepulcro, las mujeres anunciaron todas estas cosas a los Once y a todos los demás.

Las que decían estas cosas a los apóstoles eran María Magdalena, Juana, María (la madre de Santiago) y las demás que estaban con ellas. Pero todas estas palabras les parecían desvaríos y no les creían.

Pedro se levantó y corrió al sepulcro. Se asomó, pero sólo vio los lienzos y se regresó a su casa, asombrado por lo sucedido. 

 

Reflexión:

¿Dónde está el Resucitado?

Jesús fue resucitado por el Padre; con ello vence la muerte, que es el mal que nos impide vivir el sueño de Dios, el cual es que tengamos “vida que valga la pena vivir”

La reflexión de hoy no es mía, la tomo de los apuntes de Ejercicios Espirituales Ignacianos, del padre Carlos Morfín, SJ:

“Hoy, el testimonio de las mujeres que encontraron la “tumba vacía”, y la comprobación el hecho por parte de Pedro y Juan, y posteriormente las “apariciones” a los demás discípulos, es la tradición en la que sustentamos nuestra fe en Resucitado.

La Resurrección, va más allá de lo racional, es una experiencia, un encuentro, una vivencia personal (primeramente), que al igual que los discípulos de Emaús, nos hace “arder el corazón” y recordar las enseñanzas de Jesús, que nos liberan de todo lo que no nos deja “vivir” y nos tiene “esclavizados”: miedo, cobardía, tristeza, desesperación, desconfianza, etc.

Jesús Resucitado nos va “resucitando”, “volviendo a la vida”, a los muertos en vida, a los distraídos, a los tristes, y nos descubre su presencia en “todo y en todos” … El encuentro con el Resucitado, me ayuda a descubrir en mis sentimientos aquello que habla de mi “sensibilidad herida”, y la transforma an ánimo, alegría y paz.

El oficio del Resucitado es consolar, y continúa su misión salvadora, aquí y ahora, sanándome, reconciliándome, recuperándome y destrabándome de aquello que no me deja vivir en paz.” (cfr.)  

El reto ahora es estar atento a descubrir la presencia de la vida nueva en mi persona, en la comunidad, en la creación, que nos trae el Resucitado, para que podamos ser sus testigos en nuestra vida diaria.

Aprovechemos el tiempo de Pascua, siguiendo la liturgia diaria, para sensibilizarnos y poder descubrir la presencia permanente de quien es camino, verdad y vida.

¿Cómo encontrar al Resucitado?... ¿Cómo ser testimonio vivo del Resucitado?... ¿Cómo poner todo el corazón en los bienes del cielo?

 

Alfredo Aguilar Pelayo 
#RecursosParaVivirMejor 

 

Columna publicada en: https://bit.ly/RBNenElHeraldoSLP 

LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR – Ciclo C (Profundizar)

LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR Ciclo C (Lucas 24,1 - 12) – abril 20, 2025 
Hechos 10, 34.37-43 4-7; Salmo 117; Filipenses 2, 6-11



¡ Felicidades por la Pascua !

Hoy celebramos el triunfo de la vida sobre la muerte... para nosotros los cristianos es la Resurrección, es motivo de alegría, gozo, celebración…

Evangelio según san Lucas 24, 1-12

El primer día después del sábado, muy de mañana, llegaron las mujeres al sepulcro, llevando los perfumes que habían preparado. Encontraron que la piedra ya había sido retirada del sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Estando ellas todas desconcertadas por esto, se les presentaron dos varones con vestidos resplandecientes. Como ellas se llenaron de miedo e inclinaron el rostro a tierra, los varones les dijeron: "¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí; ha resucitado.

Recuerden que cuando estaba todavía en Galilea les dijo: 'Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores y sea crucificado y al tercer día resucite' ". Y ellas recordaron sus palabras.

Cuando regresaron del sepulcro, las mujeres anunciaron todas estas cosas a los Once y a todos los demás.

Las que decían estas cosas a los apóstoles eran María Magdalena, Juana, María (la madre de Santiago) y las demás que estaban con ellas. Pero todas estas palabras les parecían desvaríos y no les creían.

Pedro se levantó y corrió al sepulcro. Se asomó, pero sólo vio los lienzos y se regresó a su casa, asombrado por lo sucedido.  

Reflexiones Buena Nueva

#Microhomilia 

San Ignacio nos invita a imaginar, es más, a contemplar, cómo habrá sido el encuentro del Resucitado con su Santísima Madre. ¿Te imaginas? 

Lo más bello, me parece, es que San Ignacio nos invita a sentir no la alegría de María al ver a su hijo amado vuelto a la vida, sino la Alegría del Resucitado al ver a su madre.

Que el gozo del Resucitado nos llene el corazón. Sintamos con Él y que esta alegría termine de hacer de nuestro corazón un mejor sitio en donde todos y todas tengan espacio, incluso los que no han sido tan buenos con nosotros. 

Recordemos siempre que Dios es con nosotros, que siempre vence al mal y a la muerte, que siempre llega a "levantarnos". 

¡¡¡Feliz Pascua!!!

“¿Por qué buscan ustedes entre los muertos al que está vivo?” 

La revista de Teología Pastoral Sal Terrae, publicó, en noviembre de 2002, un artículo de un famoso jesuita español con un título muy sugerente: «Locos de alegría, abandonar a toda prisa los sepulcros» (Mt 28, 8). El subtítulo explica algo más lo que José María Fernández-Martos, S.J. quiso tratar allí: “Trabajándose el optimismo y acogiendo la alegría verdadera”. Transcribo los dos primeros párrafos de este excelente artículo:

“La alegría no es barata. El optimismo tampoco. Ambos se construyen ladrillo a ladrillo. La alegría anda asediada por una oleada gigante de malas noticias globales y, lo que es peor, por una epidemia de pesimismo. La chispa de Coca Cola no vale. Es necesario trabajarse una recia alegría, un combatiente optimismo que sepa defenderse como se defienden las trincheras. Recostarse aplatanadamente sobre los muros de una Iglesia de la que sólo se oyen quejidos, no da para la alegría de la que aquí hablo. (...)”.

“Es verdad que hay mucho sufrimiento, que hasta el lenguaje sabe a pólvora y que el hambre es azote de media Humanidad; pero también lo es que la hierba sigue creciendo de noche. A Teresa de Ávila le llegaron nuevas de la catástrofe de la Iglesia con la irrupción primera del Protestantismo. Nada de gestos de espanto y derrota. ¿Qué hacer?: «... determiné hacer eso poquito que yo puedo y es en mí, que es seguir los consejos evangélicos con toda perfección que yo pudiese y procurar que estas otras poquitas que están aquí hiciesen lo mismo»”.

Después de esta introducción, el autor completa el diagnóstico de nuestra sociedad, salpicada, como nunca antes, por síntomas depresivos. Pero no se queda allí. Luego va proponiendo alternativas para trabajase el optimismo, basado en Martín E.P. Seligman, el más reconocido especialista en educación para el optimismo. Deja de lado los aportes de los movimientos de la autoestima o el fomento de los sentimientos positivos, que centran su atención en una especie de «Me gusto, luego existo». Este movimiento terminó siendo una modalidad refinada de narcisismo barato...

El Evangelio de hoy nos cuenta cómo algunas mujeres regresaron al sepulcro, muy temprano, el primer día de la semana. Ellas iban a buscar el cuerpo sin vida de su Maestro, pero lo que encontraron fue una pregunta que les cambió la vida: “¿Por qué buscan ustedes entre los muertos al que está vivo?” Muchas veces, nosotros, como aquellas mujeres, en lugar de levantar nuestra mirada hacia lo que nos propone el Dios de la vida, nos quedamos mirando hacia atrás, hacia nuestros propios sepulcros. Hoy, Dios vuelve a repetirnos: “No está aquí, sino que ha resucitado. Acuérdense de lo que les dijo cuando todavía estaban en Galilea: que el Hijo del hombre tenía que ser entregado en manos de pecadores, que lo crucificarían y que al tercer día resucitaría”.

El artículo citado, termina así: “(...) aquella inmersión que nos vinculaba a su muerte nos sepultó con él para que empezáramos una vida nueva con una resurrección semejante a la suya (Cf. Rm 6,4-5). «La boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares [porque] el Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres» (Sal 126,2-3)”.

LAS CICATRICES DEL RESUCITADO 

«Vosotros lo matasteis, pero Dios lo resucitó». Esto es lo que predican con fe los discípulos de Jesús por las calles de Jerusalén a los pocos días de su ejecución. Para ellos, la resurrección es la respuesta de Dios a la acción injusta y criminal de quienes han querido callar para siempre su voz y anular de raíz su proyecto de un mundo más justo.

No lo hemos de olvidar. En el corazón de nuestra fe hay un Crucificado al que Dios le ha dado la razón. En el centro mismo de la Iglesia hay una víctima a la que Dios ha hecho justicia. Una vida «crucificada», pero vivida con el espíritu de Jesús, no terminará en fracaso, sino en resurrección.

Esto cambia totalmente el sentido de nuestros esfuerzos, penas, trabajos y sufrimientos por un mundo más humano y una vida más dichosa para todos. Vivir pensando en los que sufren, estar cerca de los más desvalidos, echar una mano a los indefensos… seguir los pasos de Jesús, no es algo absurdo. Es caminar hacia el Misterio de un Dios, que resucitará para siempre nuestras vidas.

Los pequeños abusos que podamos padecer, las injusticias, rechazos o incomprensiones que podamos sufrir, son heridas que un día cicatrizarán para siempre. Hemos de aprender a mirar con más fe las cicatrices del Resucitado. Así serán un día nuestras heridas de hoy. Cicatrices curadas por Dios para siempre.

Esta fe nos sostiene por dentro y nos hace más fuertes para seguir corriendo riesgos. Poco a poco hemos de ir aprendiendo a no quejarnos tanto, a no vivir siempre lamentándonos del mal que hay en el mundo y en la Iglesia, a no sentirnos siempre víctimas de los demás. ¿Por qué no podemos vivir como Jesús, diciendo: «Nadie me quita la vida, sino que soy yo quien la doy»?

Seguir al Crucificado hasta compartir con él la resurrección es, en definitiva, aprender a «dar la vida», el tiempo, nuestras fuerzas y, tal vez, nuestra salud por amor. No nos faltarán heridas, cansancio y fatigas. Una esperanza nos sostiene: un día, «Dios enjugará las lágrimas de nuestros ojos, y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas, porque todo este mundo viejo habrá pasado».

 

EN LA EXPERIENCIA PASCUAL, LOS DISCÍPULOS DESCUBRIERON LA VERDADERA VIDA 

En este día de Pascua, debemos recordar a Pablo: si Cristo no ha resucitado, nuestra fe es vana. Aunque hay que hacer una pequeña aclaración. La formulación condicional (si) nos puede despistar y entender que Jesús podía no haber resucitado, lo cual no tiene sentido porque Jesús había alcanzado la VIDA antes de morir. Su Vida era la misma de Dios. Por lo tanto, la posibilidad de que no resucitara es absurda. Todo el esfuerzo de la predicación de Jesús consistió en hacer ver a sus seguidores la posibilidad de esa Vida.

Estamos celebrando hechos teológicos, no históricos ni científicos. Todavía la muerte de Jesús fue un acontecimiento histórico, pero la resurrec­ción no es constatable científicamente porque se realiza en otro plano fuera de la historia. Esto no quiere decir que no ha resucitado, quiere decir que, para llegar a la resurrección, no podemos ir por el camino de los sentidos y los razonamientos. Nadie pudo ver, ni demostrar con ninguna clase de argumentos, la resurrección de Jesús. Esto es clave para salir del callejón en que nos encontramos por interpretar los textos de una manera literal.

La muerte y la vida física no son objetos de teología, sino de biología. La teología habla de otra realidad que no puede ser metida en conceptos. En ningún caso debemos entender la resurrección como la reanimación de un cadáver. Esta interpretación ha sido posible gracias a la antropología griega (alma–cuerpo), que no tiene nada que ver con lo que entendían los judíos por “ser humano”. La reanimación de un cadáver, da por supuesto que los despojos del fallecido mantienen una relación con el ser que estuvo vivo. Pero la muerte devuelve al cuerpo al mundo de la materia de manera irreversible. 

¿Qué pasó en Jesús después de su muerte? Nada. Absolutamente nada. La trayectoria histórica de Jesús termina en el instante de su muerte. En ese momento pasa a otro plano en el que no hay tiempo. En ese plano no puede “suceder” nada. En los apóstoles sí sucedió algo muy importante. Ellos no habían comprendido nada de lo que era Jesús, porque estaban pegados a lo terreno y esperando una salvación que potenciara su ser contingente. Solo después de la muerte del Maestro, llegaron a la experiencia pascual. Descubrieron, no por razonamientos, sino por vivencia, que Jesús seguía vivo y que les comunicaba Vida. Eso es lo que intentaron transmitir, utilizando el lenguaje humano.

Todos estaríamos encantados de que se nos comunicara esa Vida, la misma Vida de Dios. El problema consiste en que no puede haber Vida, si antes no hay muerte. Es esa exigencia de muerte la que no estamos dispuestos a aceptar. “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo, pero si muere, da mucho fruto”. Esa exigencia de ir más allá de la vida biológica, es la que nos hace quedar a años luz del mensaje de esta fiesta de Pascua. Celebrar la Pascua es descubrir la Vida en nosotros y estar dispuestos a dar más valor a la Vida que se manifestó en Jesús que a la vida biológica tan apreciada.

No debo quedarme en la resurrección de Jesús. Debo descubrir que yo estoy llamado a esa misma Vida. A la Samaritana le dice Jesús: El agua que yo le daré se convertirá en un surtidor que salta hasta la Vida definitiva. A Nicodemo le dice: Hay que nacer de nuevo; lo que nace de la carne es carne, lo que nace del espíritu es Espíritu. ¿Creemos esto? Entonces, ¿qué nos importa lo demás? Poner a disposición de los demás todo lo que somos y tenemos es la consecuencia de este descubrimiento de la verdadera Vida.


jueves, 10 de abril de 2025

DOMINGO DE RAMOS – PASIÓN DEL SEÑOR – Ciclo C (Reflexión)

DOMINGO DE RAMOS – PASIÓN DEL SEÑOR  C (Lucas 22,14 - 23,56) – abril 13, 2025 

Isaías 50, 4-7; Salmo 21; Filipenses 2, 6-11




Después de una larga Cuaresma, comienza la Semana Santa, con la entrada de Jesús a la ciudad de Jerusalén, para celebrar la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, que son los acontecimientos centrales de nuestra fe cristiana.

a.  Entrada del Señor a Jerusalén, según san Lucas 19, 28-40

“Bendito el que viene en el nombre del Señor” … (leer en texto en: https://tinyurl.com/Entrada-Jerusalen25 )

b.  Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 22,14 - 23,56

Llegada la hora de cenar, se sentó Jesús con sus discípulos y les dijo: "Cuánto he deseado celebrar esta Pascua con ustedes, antes de padecer, porque yo les aseguro que ya no la volveré a celebrar, hasta que tenga cabal cumplimiento en el Reino de Dios". Luego tomó en sus manos una copa de vino, pronunció la acción de gracias y dijo: "Tomen esto y repártanlo entre ustedes, porque les aseguro que ya no volveré a beber del fruto de la vid hasta que venga el Reino de Dios"…

(continuar leyendo en: https://tinyurl.com/DR-Pasion2025)

Reflexión:

¿Siento el dolor de los crucificados?

Jesús había iniciado su misión salvadora en las periferias de Galilea, junto a los más pobres y excluidos, llega finalmente a la ciudad de Jerusalén (centro político - religioso de Judea), para proclamar la Buena Noticia del Reino de su Padre.

A su llegada, viene acompañado por sus discípulos, quienes habían andado con él hasta por tres años; es recibido con vítores de gente del pueblo, “Bendito el que viene en el nombre del Señor”, unos reamente interesados en verlo, otros curiosos y más de uno interesado en algún milagro personal; también lo esperaban en la ciudad, otros judíos (escribas, sacerdotes y fariseos), que ya habían intentado todo tipo de astucias para deshacerse él.

Esta Semana Santa, acompañemos a Jesús que:

·    entra sobre un burrito, signo de simpleza, sin pretensión de poder o fuerza, causará una reacción violenta entre los que se benefician de estructura política-religiosa de la ciudad…

·    busca con su llegada a la ciudad, una nueva Jerusalén, sin individualismos, con relaciones más humanas y fraternas, con esperanza y dispuesta a la paz y el bien común…

·    con sus discípulos, celebra la pascua judía (que será la nueva Pascua, su paso de la muerta a la vida), y les enseña cómo mediante el servicio lograr la utopía anterior…

·    en la última cena, nos deja una manera de recordar (volver a pasar por el corazón), su sacrificio (para salvarnos), donde el pan y el vino, se convierten en su cuerpo y sangre…

·    es traicionado por uno de sus discípulos y entregado a sus detractores; luego negado por otro y abandonado por los demás…

·    es enjuiciado tramposamente y condenado a muerte, por los mismos que lo vitorearon (inducidos por el poder religioso) y secundado por el poder militar romano, representado en Pilatos…

·    recibe burlas, es torturado y finalmente crucificado, entre malechores, como si fuera un más de ellos…

·    en la cruz, pide al Padre … “perdónalos, porque no saben lo que hacen”.

Para estar estos días santos con Jesús, hay que hacernos presentes en su dolor, con nuestro afecto y dolor por su sufrimiento corporal y espiritual, cayendo en cuenta que lo padeció por nosotros, por cada uno, como consecuencia de proclamar la Buena Nueva, para salvarnos y hacernos partícipes de la vida del Reino de su Padre.

Padecer con Él, es confiar que los sufrimientos y dificultades, son soportables (enfrentables), en compañía de este Jesús sufriente; en la misma pasión y en la misma cruz, con Él. Su pasión y muerte, son el paso hacia la Pascua, el paso de la muerte a la vida

¿A qué me invita la entrega de Jesús?... ¿Cómo ser empático con el dolor de tanto “crucificado” en la actualidad?... ¿A qué debo “morir”, para alcanzar la vida?

 

Alfredo Aguilar Pelayo 
#RecursosParaVivirMejor

 

Columna publicada en: https://bit.ly/R    BNenElHeraldoSLP

Para profundizar: https://tinyurl.com/BN-SS-250413

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