Cuarto Domingo de Pascua – Ciclo C (Juan 10, 27-30) – 8 de mayo de 2022
Juan 10, 27-30
En aquel tiempo, Jesús dijo a los
judíos: “Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les
doy la vida eterna y no perecerán jamás; nadie las arrebatará de mi mano. Me
las ha dado mi Padre, y él es superior a todos, y nadie puede arrebatarlas de
la mano del Padre. El Padre y yo somos uno”.
Palabra del Señor.
ReflexionesBuena Nueva
Hoy recibimos en la Palabra de esos “medicamentos”
altamente eficaces para los tiempos difíciles, para momentos en que nos
sentimos solos, abandonados, sin salida; cuando sentimos que nadie nos
comprende, que nadie nos escucha. Escuchamos a Jesús diciéndonos: Ustedes son
mis ovejas y yo soy su pastor. Siempre escucharan mi voz y yo les daré vida
eterna, de esa vida que no se acaba. Escúchenme y les conduciré a fuentes de
agua viva, en donde no pasaran ni hambre ni sed. Nadie, las arrebatara de mi
mano.
Dios es fiel, cumple sus promesas y siempre nos
escucha. Quizás en las tribulaciones estamos tan angustiados que desconfiamos y
dejamos de escuchar a quien nos guía y nos llama. La fe es creer cuando ya no
hay razones para hacerlo, es sentir y descubrir que Dios no nos abandona, que
nos sigue llamando por nuestro nombre y ya viene, como buen pastor, a
rescatarnos y llevarnos a saciar nuestra hambre y nuestra sed, a curar nuestras
heridas. #FelizDomingo
“Mis ovejas
reconocen mi voz, y yo las conozco y ella me siguen”
Hermann
Rodríguez Osorio, S.J.
Pedro
María Iraolagoitia, S.J., publicó en 1996 un libro que tituló María, El Carpintero y el Niño. Es una bella recuperación de la vida
oculta de María de Nazaret, en compañía de su esposo, San José, y del Niño
Jesús. Comienza con una carta escrita por el autor a la Virgen María. Entre
otras cosas, le dice lo siguiente: “Esta carta es para que me perdones
todo lo que he escrito de Ti y del Niño y de San José, en este libro. Toda la
culpa la tienen los Evangelistas (y que ellos también me perdonen), por haber
escrito tan pocas cosas de tu vida. Nosotros hubiéramos querido saber muchas
más cosas de Ti. Nos hubiera gustado saber cómo vivían en Belén, en Egipto, en
Nazaret, en Jerusalén; dónde tenían puesto el arcón, la mesa y los tiestos con
flores; qué distancia tenías que recorrer para ir al lavadero, cuánto te costaba
el litro de aceite y qué cena les diste a los Reyes Magos. Hubiéremos querido
saber mil y mil detalles de tu vida, cuantos más, mejor. A fuerza de verte
metida en las hornacinas de los altares, es fácil que nos olvidemos de que, en
este mundo, viviste veinticuatro horas al día como una mujer sencilla y
encantadora, entre pucheros, escobas, vecinas, barro, sol, cansancio,
canciones, preocupaciones domésticas, tertulias y el abundante aserrín del
taller de José. (...) Mis respetuosos saludos a José y un beso al Niño”.
Uno de los capítulos del libro se llama ‘De la A a
la Z’. Y en él, el autor va desgranando palabras sencillas, para describir
algunos aspectos de la vida oculta de la Virgen María, San José y el Niño
Jesús. La primera palabra es Agua, y dice lo siguiente: “Para limpiar todas las mañanas la carita del Niño y
peinarle y mandarle hecho un sol a la escuela. Para preparar la sopa, para
lavar tanta cosa, para regar los tiestos de las flores. Para refrescar los
labios y la frente de los enfermos que Ella visita en el pueblo. Para sentir la
belleza de oírla cantar en la fuente y verla danzar en el río. Para agradecer
al Altísimo el regalo de habernos dado el agua a los hombres: algo tan limpio,
tan útil, tan fresco y tan bello”.
Cuando llega a la letra o, se fija en la palabra
‘ovejas’: “Al Niño le gustan las ovejas.
Cuando salen del pueblo se va con ellas y le pide al cayado al pastor, y juega
a ser Pastor. –¿Sabes, Madre? Conozco a todas las ovejas del pueblo y ellas me
conocen a mi. –Sí, Hijo. –Cuando sea grande, voy a ser Pastor. –Tú ya eres
Pastor, Hijo mío. –Sí... ya soy pastor... ¿Sabes, Madre, qué es lo que hace el
Buen Pastor? –No, cariño... ¿Qué es lo que hace? –Da la vida por sus ovejas. Y,
a la Madre, toda el alma se le hace congoja, y tiene que «guardar estas palabras
en su corazón».
Este libro nos recuerda que las enseñanzas que
Jesús fue repartiendo como Buenas Noticias de Dios para el mundo, fueron
naciendo, poco a poco, de la vida oculta del Señor. Años de silencio, de
aprendizaje lento, de contemplación de la naturaleza y de la historia de su
pueblo, con los ojos de Dios. De allí surgió la imagen del Buen Pastor: “Mis
ovejas reconocen mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida
eterna y jamás perecerán ni nadie me las quitará”. Eso mismo sigue diciéndonos
hoy, cuando vivimos situaciones difíciles y dolorosas. El Señor es el Buen
Pastor que nos apacienta y nos conduce hacia fuentes tranquilas para reparar
nuestras fuerzas. Por eso, aunque pasemos por cañadas oscuras, su vara y su cayado,
nos dan seguridad.
DIOS NO ESTÁ
EN CRISIS
Es más frecuente de lo que pensamos. Los
creyentes decimos creer en Dios, pero en la práctica vivimos como si no
existiera. Este es también el riesgo que tenemos hoy al abordar la crisis
religiosa actual y el futuro incierto de la Iglesia: vivir estos momentos de
manera «atea».
Ya no sabemos caminar en «el horizonte de
Dios». Analizamos nuestras crisis y planificamos el futuro pensando solo en
nuestras posibilidades. Se nos olvida que el mundo está en manos de Dios, no en
las nuestras. Ignoramos que el «Gran Pastor» que cuida y guía la vida de cada
ser humano es Dios.
Vivimos como «huérfanos» que han perdido a su
Padre. La crisis nos desborda. Lo que se nos pide nos parece excesivo. Nos
resulta difícil perseverar con ánimo en una tarea sin ver el éxito por ninguna
parte. Nos sentimos solos, y cada uno se defiende como puede.
Según el relato evangélico, Jesús está en
Jerusalén comunicando su mensaje. Es invierno y, para no enfriarse, se pasea
por uno de los pórticos del Templo, rodeado de judíos, que lo acosan con sus
preguntas. Jesús está hablando de las «ovejas» que escuchan su voz y lo siguen.
En un momento determinado dice: «Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos y
nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre».
Según Jesús, «Dios supera a todos». Que
nosotros estemos en crisis no significa que Dios esté en crisis. Que los
cristianos perdamos el ánimo no quiere decir que Dios se haya quedado sin
fuerzas para salvar. Que nosotros no sepamos dialogar con el hombre de hoy no
significa que Dios ya no encuentre caminos para hablar al corazón de cada
persona. Que las gentes se marchen de nuestras Iglesias no quiere decir que se
le escapen a Dios de sus manos protectoras.
Dios es Dios. Ninguna crisis religiosa y
ninguna mediocridad de la Iglesia podrán «arrebatar de sus manos» a esos hijos
e hijas a los que ama con amor infinito. Dios no abandona a nadie. Tiene sus
caminos para cuidar y guiar a cada uno de sus hijos, y sus caminos no son
necesariamente los que nosotros le pretendemos trazar.
-
NO SE TRATA DE SEGUIR O IMITAR SINO
DE HACER NUESTRA LA VIDA
Terminadas las apariciones, seguimos con textos
pascuales que nos hablan de Vida definitiva, que es la clave del tiempo
pascual. Al hablar de Vida eterna proponiendo una vida para más allá. Los
evangelios nos hablan de una Vida que hay que vivir aquí y ahora. Es increíble
el poco caso que hacemos al evangelio cuando no está de acuerdo con nuestras
expectativas. En el evangelio de Jn está muy claro: “Hay que nacer de nuevo”.
Para poder entender el texto hoy, hay que tener
en cuenta todo el discurso que sigue a la curación del ciego: Jesús como
puerta, Jesús como pastor. El pastor modelo da la Vida a las ovejas. Dar la
Vida no significa dejarse matar, sino matarse por los demás. En griego hay tres
palabras para decir vida: “Zoê” significa la vida transcendente inmutable,
“Bios” la vida biológica concreta y “psykhê” significa la personalidad
psicológica. Aquí dice psykhê. No se trata de dar la vida biológica muriendo,
sino a entregarse a los demás como persona.
En el evangelio de Juan no habla Jesús sino la
comunidad, que expresa lo que pensaban sobre Jesús. No concibo a Jesús
creyéndose pastor de nadie. Jesús llega a su plenitud por las relaciones con
los demás. Pero unas verdaderas relaciones humanas solo son posibles entre
iguales. Porque nunca se creyó más que nadie, sino al servicio de todos, se
presenta ante nosotros como modelo de humanidad. Relación entrañable, de tal
manera que se preocupa por todos como un pastor auténtico se preocupa por cada
una de las ovejas.
Después de decir que ellos no son ovejas suyas,
describe con todo detalle qué significa ser de los suyos, les está acusando de
no querer seguirle, comprometiéndose con él al servicio del hombre. No se trata
solo de oír a Jesús, se trata de escucharle. La mayoría de las veces oímos y
aceptamos solamente lo que está de acuerdo con nuestros intereses. Escucharle
significa acercarse sin prejuicios y aceptar lo que nos dice, aunque suponga
cambiar nuestras convicciones. Seguirle es estar dispuesto a darse a los demás
como él.
“Y ellas me siguen”. No basta escuchar, hay que
vivir. El mensaje de Jesús consiste en una nueva manera de afrontar la
existencia humana, una manera de vivir más de acuerdo con las exigencias del
ser humano. Esa será la manera de cumplir lo que Dios espera de nosotros. La
voluntad de Dios está ya en lo más profundo de mí. Jesús no nos pide ser
borregos sino ser personas adultas y responsables de sí mismos y de los demás.
Y yo les doy Vida definitiva. Se trata de la
misma Vida que Jesús ha recibido de Dios. La consecuencia primera de seguirle
es alcanzar esa Vida del Espíritu. Esto es lo importante para nosotros. Lo que
pasó en Jesús tiene que pasar en mí. Éste es el meollo del misterio pascual.
Como modelo de pastor, defiende a los suyos con todo su ser, no pasarán a manos
de ladrones y bandidos. Ponerse en las manos de Jesús equivale a estar en las
manos del Padre. "No hay quien se libre de mi mano; lo que yo hago, ¿quién
lo deshará?” (Is 43,13)
Yo y el Padre somos lo Uno. Es la frase que
mejor refleja la conciencia que la comunidad tenía de Jesús. Hoy sabemos que
los discursos del evangelio de Juan no son originales de Jesús, por lo tanto no
tiene sentido pensar que esa frase exprese su conciencia de ser Dios. Para
nosotros, tiene más importancia si caemos en la cuenta de que fue la
experiencia de la comunidad de Juan la que llegó a la conclusión de que Jesús
estaba identificado con Dios.
La Vulgata no dice somos “unus” sino unum
(neutro). Esto es más importante de lo que parece. Nos está lanzando más allá de
todo lenguaje. Jesús dice que él y el Padre (el Origen) no se distinguen en
nada, pero tampoco se distingue de su origen, ninguna otra criatura. Lo que
Jesús dijo, lo puede decir cualquiera que tenga conciencia de lo que es. No se
puede ir más allá. El lenguaje humano no da más de sí. Lo único que cabe es el
silencio.
El Maestro Eckhart llegó a decir que Dios se
aniquila para identificarse con nosotros y que el hombre tiene que anonadarse
para ser uno con Dios. Buscamos la unión con Dios pero sin dejar de ser
nosotros. No puede funcionar. La simplicidad de las matemáticas nos puede
ayudar. 1 + 1 siempre serán 2. Pero 1 x 1 = 1. Si el resultado de 1 x 1 lo
vuelvo a multiplicar por 1, seguirá resultando 1. La unidad con Dios nos hace
uno con Él y con todos.
Una de las pocas palabras que podemos asegurar
que pronunció Jesús, es “abba”. Pero el concepto de padre que nosotros usamos
no es suficiente para expresar lo que Dios es para Jesús y para cada uno de
nosotros. Los padres biológicos nos han trasmitido la vida, pero esa vida sigue
sus propios derroteros. En el caso de la Vida, que Dios nos comunica, se trata
de su única Vida, que se convierte en nuestra propia Vida sin dejar de ser la
de Dios.
El ser humano Jesús había llegado a una
experiencia de unidad total con Dios. Ya no había ninguna diferencia entre lo
que era él y lo que era Dios en él, porque de él, de su falso yo, no quedaba
nada. Para dar sentido a una adhesión a su persona, se muestra él totalmente
volcado sobre el Padre. Relacionarnos con Jesús es relacionarnos con Dios. Esta
es la razón por la que, el Jesús que predicó el Reino de Dios se convirtió en
objeto de predicación.
Si nos empeñamos en aferrarnos a la imagen de
Dios como ente separado que está en alguna parte fuera del mundo, será imposible
entender la unidad entre Jesús y Dios. Ya sé que es la idea de Dios que
arrastramos desde el Paleolítico, pero es hora de aceptar que ha sido un ídolo
que tenemos que abandonar. Jesús es UNO, no con otro ser, que tiene una
identidad distinta a la suya, sino con el fundamento absoluto de su ser y del
de todos los seres.
Jesús, viviendo para los demás, está
identificándose con lo que es Dios. Así manifiesta la verdadera Vida, que es la
misma de Dios. Esa Vida es la que comunicará a los demás. Dios se la está
comunicando a él y nos la está comunicando a todos. Jesús es así manifestación
de Dios y modelo de Hombre. Donde hay amor hasta el límite, hay Vida sin
límite. Para quien ama como Jesús amó, no hay muerte. Por eso la entrega de la
vida es espontánea.
Si Jesús promete la Vida al que le escuche,
quiere decir que les ofrece la misma Vida que él ha recibido del Padre. La vida
que el padre da al hijo es la misma del padre. Por eso se puede hablar de una
identificación absoluta con el Padre. Recordemos las palabras de Juan en el
discurso del pan de vida: "El Padre que vive me ha enviado y yo vivo por
el Padre, del mismo modo el que me come vivirá por mí". Son realidades que
nos desbordan.
Me habéis oído comentar decenas de veces la
frase de Schillebeeckx: “Si pudiera quitar de mí lo que hay de mí, quedaría
Dios; si pudiera quitar de mí lo que hay de Dios, quedaría nada”. Hoy puedo
decir: si quitara de mí lo que hay de Dios, quedaría nada y si pudiera quitar
de mí lo que hay de mí, quedaría nada. Con el ejemplo matemático se entiende
muy bien: 1x0=0. Ni yo puedo existir sin Dios ni Dios puede existir sin mí
(Eckhart).
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