sábado, 7 de mayo de 2022

Cuarto Domingo de Pascua – Ciclo C

 Cuarto Domingo de Pascua – Ciclo C (Juan 10, 27-30) – 8 de mayo de 2022

 

Juan 10, 27-30

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: “Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás; nadie las arrebatará de mi mano. Me las ha dado mi Padre, y él es superior a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. El Padre y yo somos uno”.

Palabra del Señor. 

ReflexionesBuena Nueva

#Microhomilia

Hernán Quezada, SJ 

Hoy recibimos en la Palabra de esos “medicamentos” altamente eficaces para los tiempos difíciles, para momentos en que nos sentimos solos, abandonados, sin salida; cuando sentimos que nadie nos comprende, que nadie nos escucha. Escuchamos a Jesús diciéndonos: Ustedes son mis ovejas y yo soy su pastor. Siempre escucharan mi voz y yo les daré vida eterna, de esa vida que no se acaba. Escúchenme y les conduciré a fuentes de agua viva, en donde no pasaran ni hambre ni sed. Nadie, las arrebatara de mi mano.

Dios es fiel, cumple sus promesas y siempre nos escucha. Quizás en las tribulaciones estamos tan angustiados que desconfiamos y dejamos de escuchar a quien nos guía y nos llama. La fe es creer cuando ya no hay razones para hacerlo, es sentir y descubrir que Dios no nos abandona, que nos sigue llamando por nuestro nombre y ya viene, como buen pastor, a rescatarnos y llevarnos a saciar nuestra hambre y nuestra sed, a curar nuestras heridas. #FelizDomingo

“Mis ovejas reconocen mi voz, y yo las conozco y ella me siguen”

Hermann Rodríguez Osorio, S.J.

Pedro María Iraolagoitia, S.J., publicó en 1996 un libro que tituló María, El Carpintero y el Niño. Es una bella recuperación de la vida oculta de María de Nazaret, en compañía de su esposo, San José, y del Niño Jesús. Comienza con una carta escrita por el autor a la Virgen María. Entre otras cosas, le dice lo siguiente: “Esta carta es para que me perdones todo lo que he escrito de Ti y del Niño y de San José, en este libro. Toda la culpa la tienen los Evangelistas (y que ellos también me perdonen), por haber escrito tan pocas cosas de tu vida. Nosotros hubiéramos querido saber muchas más cosas de Ti. Nos hubiera gustado saber cómo vivían en Belén, en Egipto, en Nazaret, en Jerusalén; dónde tenían puesto el arcón, la mesa y los tiestos con flores; qué distancia tenías que recorrer para ir al lavadero, cuánto te costaba el litro de aceite y qué cena les diste a los Reyes Magos. Hubiéremos querido saber mil y mil detalles de tu vida, cuantos más, mejor. A fuerza de verte metida en las hornacinas de los altares, es fácil que nos olvidemos de que, en este mundo, viviste veinticuatro horas al día como una mujer sencilla y encantadora, entre pucheros, escobas, vecinas, barro, sol, cansancio, canciones, preocupaciones domésticas, tertulias y el abundante aserrín del taller de José. (...) Mis respetuosos saludos a José y un beso al Niño”.

Uno de los capítulos del libro se llama ‘De la A a la Z’. Y en él, el autor va desgranando palabras sencillas, para describir algunos aspectos de la vida oculta de la Virgen María, San José y el Niño Jesús. La primera palabra es Agua, y dice lo siguiente: “Para limpiar todas las mañanas la carita del Niño y peinarle y mandarle hecho un sol a la escuela. Para preparar la sopa, para lavar tanta cosa, para regar los tiestos de las flores. Para refrescar los labios y la frente de los enfermos que Ella visita en el pueblo. Para sentir la belleza de oírla cantar en la fuente y verla danzar en el río. Para agradecer al Altísimo el regalo de habernos dado el agua a los hombres: algo tan limpio, tan útil, tan fresco y tan bello”.

Cuando llega a la letra o, se fija en la palabra ‘ovejas’: “Al Niño le gustan las ovejas. Cuando salen del pueblo se va con ellas y le pide al cayado al pastor, y juega a ser Pastor. –¿Sabes, Madre? Conozco a todas las ovejas del pueblo y ellas me conocen a mi. –Sí, Hijo. –Cuando sea grande, voy a ser Pastor. –Tú ya eres Pastor, Hijo mío. –Sí... ya soy pastor... ¿Sabes, Madre, qué es lo que hace el Buen Pastor? –No, cariño... ¿Qué es lo que hace? –Da la vida por sus ovejas. Y, a la Madre, toda el alma se le hace congoja, y tiene que «guardar estas palabras en su corazón».

Este libro nos recuerda que las enseñanzas que Jesús fue repartiendo como Buenas Noticias de Dios para el mundo, fueron naciendo, poco a poco, de la vida oculta del Señor. Años de silencio, de aprendizaje lento, de contemplación de la naturaleza y de la historia de su pueblo, con los ojos de Dios. De allí surgió la imagen del Buen Pastor: “Mis ovejas reconocen mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna y jamás perecerán ni nadie me las quitará”. Eso mismo sigue diciéndonos hoy, cuando vivimos situaciones difíciles y dolorosas. El Señor es el Buen Pastor que nos apacienta y nos conduce hacia fuentes tranquilas para reparar nuestras fuerzas. Por eso, aunque pasemos por cañadas oscuras, su vara y su cayado, nos dan seguridad.

 

DIOS NO ESTÁ EN CRISIS

José Antonio Pagola

Es más frecuente de lo que pensamos. Los creyentes decimos creer en Dios, pero en la práctica vivimos como si no existiera. Este es también el riesgo que tenemos hoy al abordar la crisis religiosa actual y el futuro incierto de la Iglesia: vivir estos momentos de manera «atea».

Ya no sabemos caminar en «el horizonte de Dios». Analizamos nuestras crisis y planificamos el futuro pensando solo en nuestras posibilidades. Se nos olvida que el mundo está en manos de Dios, no en las nuestras. Ignoramos que el «Gran Pastor» que cuida y guía la vida de cada ser humano es Dios.

Vivimos como «huérfanos» que han perdido a su Padre. La crisis nos desborda. Lo que se nos pide nos parece excesivo. Nos resulta difícil perseverar con ánimo en una tarea sin ver el éxito por ninguna parte. Nos sentimos solos, y cada uno se defiende como puede.

Según el relato evangélico, Jesús está en Jerusalén comunicando su mensaje. Es invierno y, para no enfriarse, se pasea por uno de los pórticos del Templo, rodeado de judíos, que lo acosan con sus preguntas. Jesús está hablando de las «ovejas» que escuchan su voz y lo siguen. En un momento determinado dice: «Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre».

Según Jesús, «Dios supera a todos». Que nosotros estemos en crisis no significa que Dios esté en crisis. Que los cristianos perdamos el ánimo no quiere decir que Dios se haya quedado sin fuerzas para salvar. Que nosotros no sepamos dialogar con el hombre de hoy no significa que Dios ya no encuentre caminos para hablar al corazón de cada persona. Que las gentes se marchen de nuestras Iglesias no quiere decir que se le escapen a Dios de sus manos protectoras.

Dios es Dios. Ninguna crisis religiosa y ninguna mediocridad de la Iglesia podrán «arrebatar de sus manos» a esos hijos e hijas a los que ama con amor infinito. Dios no abandona a nadie. Tiene sus caminos para cuidar y guiar a cada uno de sus hijos, y sus caminos no son necesariamente los que nosotros le pretendemos trazar.

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NO SE TRATA DE SEGUIR O IMITAR SINO DE HACER NUESTRA LA VIDA

Fray Marcos

Terminadas las apariciones, seguimos con textos pascuales que nos hablan de Vida definitiva, que es la clave del tiempo pascual. Al hablar de Vida eterna proponiendo una vida para más allá. Los evangelios nos hablan de una Vida que hay que vivir aquí y ahora. Es increíble el poco caso que hacemos al evangelio cuando no está de acuerdo con nuestras expectativas. En el evangelio de Jn está muy claro: “Hay que nacer de nuevo”.

Para poder entender el texto hoy, hay que tener en cuenta todo el discurso que sigue a la curación del ciego: Jesús como puerta, Jesús como pastor. El pastor modelo da la Vida a las ovejas. Dar la Vida no significa dejarse matar, sino matarse por los demás. En griego hay tres palabras para decir vida: “Zoê” significa la vida transcendente inmutable, “Bios” la vida biológica concreta y “psykhê” significa la personalidad psicológica. Aquí dice psykhê. No se trata de dar la vida biológica muriendo, sino a entregarse a los demás como persona.

En el evangelio de Juan no habla Jesús sino la comunidad, que expresa lo que pensaban sobre Jesús. No concibo a Jesús creyéndose pastor de nadie. Jesús llega a su plenitud por las relaciones con los demás. Pero unas verdaderas relaciones humanas solo son posibles entre iguales. Porque nunca se creyó más que nadie, sino al servicio de todos, se presenta ante nosotros como modelo de humanidad. Relación entrañable, de tal manera que se preocupa por todos como un pastor auténtico se preocupa por cada una de las ovejas.

Después de decir que ellos no son ovejas suyas, describe con todo detalle qué significa ser de los suyos, les está acusando de no querer seguirle, comprometiéndose con él al servicio del hombre. No se trata solo de oír a Jesús, se trata de escucharle. La mayoría de las veces oímos y aceptamos solamente lo que está de acuerdo con nuestros intereses. Escucharle significa acercarse sin prejuicios y aceptar lo que nos dice, aunque suponga cambiar nuestras conviccio­nes. Seguirle es estar dispuesto a darse a los demás como él.

“Y ellas me siguen”. No basta escuchar, hay que vivir. El mensaje de Jesús consiste en una nueva manera de afrontar la existencia humana, una manera de vivir más de acuerdo con las exigencias del ser humano. Esa será la manera de cumplir lo que Dios espera de nosotros. La voluntad de Dios está ya en lo más profundo de mí. Jesús no nos pide ser borregos sino ser personas adultas y responsables de sí mismos y de los demás.

Y yo les doy Vida definitiva. Se trata de la misma Vida que Jesús ha recibido de Dios. La consecuencia primera de seguirle es alcanzar esa Vida del Espíritu. Esto es lo importante para nosotros. Lo que pasó en Jesús tiene que pasar en mí. Éste es el meollo del misterio pascual. Como modelo de pastor, defiende a los suyos con todo su ser, no pasarán a manos de ladrones y bandidos. Ponerse en las manos de Jesús equivale a estar en las manos del Padre. "No hay quien se libre de mi mano; lo que yo hago, ¿quién lo deshará?” (Is 43,13)

Yo y el Padre somos lo Uno. Es la frase que mejor refleja la conciencia que la comunidad tenía de Jesús. Hoy sabemos que los discursos del evangelio de Juan no son originales de Jesús, por lo tanto no tiene sentido pensar que esa frase exprese su conciencia de ser Dios. Para nosotros, tiene más importancia si caemos en la cuenta de que fue la experiencia de la comunidad de Juan la que llegó a la conclusión de que Jesús estaba identificado con Dios.

La Vulgata no dice somos “unus” sino unum (neutro). Esto es más importante de lo que parece. Nos está lanzando más allá de todo lenguaje. Jesús dice que él y el Padre (el Origen) no se distinguen en nada, pero tampoco se distingue de su origen, ninguna otra criatura. Lo que Jesús dijo, lo puede decir cualquiera que tenga conciencia de lo que es. No se puede ir más allá. El lenguaje humano no da más de sí. Lo único que cabe es el silencio.

El Maestro Eckhart llegó a decir que Dios se aniquila para identificarse con nosotros y que el hombre tiene que anonadarse para ser uno con Dios. Buscamos la unión con Dios pero sin dejar de ser nosotros. No puede funcionar. La simplicidad de las matemáticas nos puede ayudar. 1 + 1 siempre serán 2. Pero 1 x 1 = 1. Si el resultado de 1 x 1 lo vuelvo a multiplicar por 1, seguirá resultando 1. La unidad con Dios nos hace uno con Él y con todos.

Una de las pocas palabras que podemos asegurar que pronunció Jesús, es “abba”. Pero el concepto de padre que nosotros usamos no es suficiente para expresar lo que Dios es para Jesús y para cada uno de nosotros. Los padres biológicos nos han trasmitido la vida, pero esa vida sigue sus propios derroteros. En el caso de la Vida, que Dios nos comunica, se trata de su única Vida, que se convierte en nuestra propia Vida sin dejar de ser la de Dios.

El ser humano Jesús había llegado a una experiencia de unidad total con Dios. Ya no había ninguna diferencia entre lo que era él y lo que era Dios en él, porque de él, de su falso yo, no quedaba nada. Para dar sentido a una adhesión a su persona, se muestra él totalmente volcado sobre el Padre. Relacionarnos con Jesús es relacionarnos con Dios. Esta es la razón por la que, el Jesús que predicó el Reino de Dios se convirtió en objeto de predicación.

Si nos empeñamos en aferrarnos a la imagen de Dios como ente separado que está en alguna parte fuera del mundo, será imposible entender la unidad entre Jesús y Dios. Ya sé que es la idea de Dios que arrastramos desde el Paleolítico, pero es hora de aceptar que ha sido un ídolo que tenemos que abandonar. Jesús es UNO, no con otro ser, que tiene una identidad distinta a la suya, sino con el fundamento absoluto de su ser y del de todos los seres.

Jesús, viviendo para los demás, está identificándose con lo que es Dios. Así manifiesta la verdadera Vida, que es la misma de Dios. Esa Vida es la que comunicará a los demás. Dios se la está comunicando a él y nos la está comunicando a todos. Jesús es así manifestación de Dios y modelo de Hombre. Donde hay amor hasta el límite, hay Vida sin límite. Para quien ama como Jesús amó, no hay muerte. Por eso la entrega de la vida es espontánea.

Si Jesús promete la Vida al que le escuche, quiere decir que les ofrece la misma Vida que él ha recibido del Padre. La vida que el padre da al hijo es la misma del padre. Por eso se puede hablar de una identificación absoluta con el Padre. Recordemos las palabras de Juan en el discurso del pan de vida: "El Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre, del mismo modo el que me come vivirá por mí". Son realidades que nos desbordan.

Me habéis oído comentar decenas de veces la frase de Schillebeeckx: “Si pudiera quitar de mí lo que hay de mí, quedaría Dios; si pudiera quitar de mí lo que hay de Dios, quedaría nada”. Hoy puedo decir: si quitara de mí lo que hay de Dios, quedaría nada y si pudiera quitar de mí lo que hay de mí, quedaría nada. Con el ejemplo matemático se entiende muy bien: 1x0=0. Ni yo puedo existir sin Dios ni Dios puede existir sin mí (Eckhart).

 

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